Y me dijo Yahveh: No digas: soy un niño; porque a todo lo que te envíe irás tú, y dirás todo lo que te mande. No temas delante de ellos, porque contigo estoy para librarte, dice Yahveh.
¡Qué sorprendente y extraña es a veces tu voluntad! Llamar a un niño para ser tu profeta en un pueblo tan duro y en una época tan difícil.
Me identifico con él en lo que siente, aun cuando no me pueda comparar con lo demás, Jeremías siempre me ha admirado y ha sido mi modelo a seguir en muchas cosas.
Yo también he puesto excusas para escapar de tus mandatos cuando me han parecido difíciles o traían complicaciones a mi cómoda vida. Tengo dificultad para hablar, mi fe no es fuerte, no tengo suficiente dominio de mi temperamento, no veo dones con nivel para ciertas tareas. Podría seguir, pero la verdad es que siempre me interrumpes. Mis excusas no son válidas. No me llamaste por mis habilidades, sino para obediencia, para serte fiel en cualquier circunstancia.
Ayúdame, Señor, a hacer todo lo que me mandes, a decir todo lo que pongas en mi boca, en mi corazón, a ir donde sea que me envíes.
Quítame todo temor que no sea el temor a ti, a ofenderte o avergonzarte.
Fortalece mi confianza en ti y en el servicio al que me has llamado, fortalece la certeza de que si te soy fiel, tú no me dejarás.