JEREMIAS 15 16Fueron halladas tus palabras, y yo las comí; y tu palabra me fue por gozo y por alegría de mi corazón; porque tu nombre se invocó sobre mí, oh Yahveh Dios de los ejércitos.

Jeremías habla en este lugar de su experiencia al recibir tu palabra a la hora de llevarla al pueblo. No es el único que trata tu palabra como comida dulce (Ezeq.2:8-3:3) (Apc.10:9) (Sal.19:10; 119:103).

Yo también puedo hablar de manera parecida en mi propia experiencia, y pienso, Señor, que fue la obra de tu Espíritu, el resultado de tu misericordia.

Recuerdo una vez más, en esta mañana, la impresión que produjo sobre mí tu palabra, cuando comencé a leerla, hace ya cuarenta años. La tenía en casa, adornaba las estanterías de la casa, pero no la conocía. ¿Qué es esto? Me decía a mí mismo, no era lo que yo pensaba. ¿Sería así como dice acerca del hombre, acerca de mí? ¿Es Dios tan real, puede en verdad estar tan cercano?...

Mis preguntas y sus respuestas se fueron sucediendo, me las explicaron, trituraron, y yo las hice mías, las comí, y fueron dulces, abrieron mis ojos y todo cambió. Fue aquella una etapa extraordinaria, que creo que aún continúa, aún continúo saboreando con placer cada página. No quites de mí esta sensación nunca, hasta que en tu presencia seas tú quien me alimente directamente y ya no necesite tocar y leer estas hojas.

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