JEREMIAS 36 24Y no tuvieron temor ni rasgaron sus vestidos el rey y todos sus siervos que oyeron todas estas palabras.

Le mandaste a tu siervo Jeremías escribir tus palabras contra tu pueblo y las demás naciones en un libro (v.2), lo mandaste leer y así lo hizo tu siervo Baruc (v.8). Tu motivación fue llena de esperanza y misericordia. Quizá oiga Judá (v.3), quizá ore el pueblo y tú respondas con misericordia (v.7).

Bendito seas tú, Padre, pues aunque grande era tu furor y tu ira y merecido tu castigo, en tu misericordia dabas otra oportunidad.

¿Y cómo responden? Rasgando el libro y quemándolo en el fuego (v.23), en lugar de rasgar sus ropas y oír, y aceptar tus palabras.

Así es también esta generación mía, Padre, no quieren oír, prefieren rasgar tu palabra, en lugar de rasgar su corazón, huir hacia adelante en lugar de volver a ti en arrepentimiento. Piensan que no queriendo mirar, no vendrá lo inevitable, que quemando tu libro no se cumplirá lo que en él está escrito, que cerrar los ojos les evitará el fuego de tu castigo, que si destruyen tu palabra tú las escribirás otra vez y añadirás más (v.32), tu palabra permanece para siempre y no vuelve vacía.

Señor ten misericordia de ellos; si es necesario que se quemen sus manos si eso evita que quemen tu palabra y, que así, llegue a su corazón.

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