EQUEQUIEL 2 4 5Yo, pues, te envío a hijos de duro rostro y de empedernido corazón; y les dirás: Así ha dicho Yahveh el Señor. Acaso ellos escuchen; pero si no escucharen, porque son una casa rebelde, siempre conocerán que hubo profeta entre ellos.

Padre, toda la descripción que haces del llamamiento y envío de tu profeta Ezequiel, es esclarecedora para mí y me ofrece ánimo en este día.

Tú ya sabías que Israel era de rostro duro y de corazón empedernido. Por eso es que envías a tu siervo, porque necesitaban ser exhortados y alertados de su pecado y consecuencias. Era por estar mal que tú les ofrecías el remedio.

Pero ellos, igual que hoy, no querían oír, eran, y aun hoy lo son, rebeldes a tu voz. Y tú, aun sabiéndolo sigues enviándoles mensajeros. Con palabras de reconciliación. Cuanto más rebelde eran ellos, más perseverante eres tú en tu misericordia.

Aun cuando ellos no escuchen, siempre sabrán que tú les hablaste y quedarán sin excusa. Cuán terrible será cuando despierten para tu juicio y sepan que además de ser culpables de pecado, también perdieron el remedio que pusiste a su alcance.

¿En qué condición quedo yo, queda tu iglesia? Soy instrumento, mensajero ante una generación que no quiere oír, pero quizá alguno escuche, pero si no, al menos que sepan que yo les hablé en tu nombre. Dame de tu Espíritu (v.2), quítame todo temor (v.6).

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