Y salió tu renombre entre las naciones a causa de tu hermosura; porque era perfecta, a causa de mi hermosura que yo puse sobre ti, dice Yahveh el Señor.
Padre mío, ¡Cómo me identifico yo e identifico a toda tu iglesia con esta historia!
Sé que tu siervo habla directamente de Israel, pero hay muchas imágenes en la ilustración en las que me puedo ver reflejado, como si hablaras de mí o para mí. ¿Me permites esta espiritualización?
Tengo que leer todo el capítulo una vez más, aunque lo tengo grabado en mi mente como si fuera una película, una película de amor, aun cuando estas son las que menos me gustan.
Qué inicio más dramático, qué romance más tierno, qué infidelidad y qué consecuencias más terribles…, pero qué final más glorioso.
Pero hoy quiero quedarme solo con este versículo y me vuelvo a emocionar con él.
Todos hablaban de la hermosura de aquella joven, todas las naciones admiraban su perfección, quizá sin darse cuenta que su belleza era prestada, y quizá si veían que esa hermosura solo podía venir de ti.
Tú Señor, has puesto tu hermosura sobre tu iglesia, la presentas santa y sin mancha, y ahora sé que ello conllevó un inmenso coste (Ef.5:25-27).
Qué error y qué pecado es pensar que yo tengo una hermosura propia. Qué privilegio y gozo me das de poder mostrar tu hermosura y gloria.