Y si tú avisares al impío de su camino para que se aparte de él, y él no se apartare de su camino, él morirá por su pecado, pero tú libraste tu vida.
Por segunda vez me ofreces esta imagen del atalaya (3:16-21; 33:1-9). Gracias Señor, porque necesito recordarlo y aplicarlo a mí mismo.
Tal como lo entiendo, tú envías enemigo contra tu pueblo a causa de su maldad, traes castigo a causa de su pecado y rebeldía contra ti. Pero a la misma vez les envías mensajeros que vigilen y les avise. ¡Cuán grande es tu misericordia que incluso tus castigos no son por sorpresa! ¡Cuán grande es tu paciencia que envías aviso una y otra vez de lo que vas a hacer!
Aquí es donde entro yo, pues me haces entender tu palabra y ver el mal que se avecina y pones trompeta de alarma para que avise.
Me das una tremenda responsabilidad con este tremendo privilegio. Quiero ser digno y fiel en esta tarea, aun cuando ellos se aperciban o no.
Claro que quiero que se conviertan y se vuelvan de su pecado, pero eso es obra tuya Señor. Sé que tú siempre eres justo en tu castigo y ellos responsables de su respuesta, como yo responsable de mi tarea.
Señor, que ponga por delante mi llamado y servicio, y no la respuesta de ellos. Que yo libre mi vida mientras intento librar la de ellos.