Y te desposaré conmigo para siempre; te desposaré conmigo en justicia, juicio, benignidad y misericordia. Y te desposaré conmigo en fidelidad, y conocerás a Yahveh.
Padre, permíteme que hoy no entre en el tema del cumplimiento de esta profecía, aun cuando lo pueda entender e interpretar.
Lo que me emociona ahora es tu lenguaje, la manera en que expresas tu afecto hacia tu pueblo. Es más común que tu palabra hable de tu actitud y amor como la de un padre hacia su hijo, pero aquí habla de un novio desposándose con su novia. No puede haber mayor imagen de intimidad, unión y fidelidad.
Tu pueblo era un pueblo infiel, indigno de tu amor (v.5ss, 13) y aun así fuiste tú quien lo atrajiste y hablaste al corazón (v.14).
Tú lo diste todo, no solo en posesiones y bendiciones materiales, sino justicia, benignidad y misericordia. No podía ser de otra manera, sabiendo cómo es tu naturaleza y la nuestra. No pudiendo dar tu pueblo nada de dote, tú lo pusiste todo. No puedo tener duda alguna de que cuanto tú amas lo das todo.
Esta fidelidad tuya me hace rendirme a ti, ya no puedo ni quiero ir a otro lado. Contigo lo tengo todo. No son tus dones o perfumes, “solo tú me bastas”. Quiero más de ti, quiero llegar a conocerte como sea posible y tú prometes.