¿Andarán dos juntos, si no estuvieren de acuerdo?
Entiendo, Señor, que estas palabras dirigidas a Israel también pueden y deben ser aplicadas a mí.
¡Caminar tú y yo juntos! Qué inmenso privilegio para mí. Quizá buscando esa intensidad que tuvo Enoc (Gen.5:22,24). Claro, no se puede comparar esa intensidad e intimidad suya con la mía, pero sí su deseo con el mío. Quiero caminar a tu lado, recibir de ti toda la experiencia, bendición y gozo, y yo darte alabanza y gloria…
Pero claro, para ello debemos de estar de acuerdo, y puesto que tú no te equivocas, pues eres todo sabiduría y poder, yo soy el que debe de ceder, decir, Sí y Adelante, pero a causa de mi pecado y torpeza ¡me cuesta tanto! Ten paciencia conmigo y ayúdame a conocer tu voluntad y a aceptarla.
Para saber esa voluntad tuya tengo tu palabra, y al Espíritu y la oración…
No me toca a mí hoy el entender tus decisiones y la decisión que has tomado, sino cogerte fuerte de la mano y seguir adonde me lleves.