JONAS 1 12Él les respondió: Tomadme y echadme al mar, y el mar se os aquietará; porque yo sé que por mi causa ha venido esta gran tempestad sobre vosotros.

Jonás huía de ti, Dios mío, porque no quería cumplir con tu mandato de advertir a Nínive de su pecado y las consecuencias que traería sobre ellos. Para eso se sube a una nave, creyendo ingenuamente que puede escapar de tu presencia (v.3).

Se levantó una tormenta tan grande que la nave está a punto de hundirse (v.4). Jonás sabía que no sería así, porque tu palabra no puede ser frustrada, y se echó a dormir (v.5), pero cuando le despiertan reconoce que la culpa de aquel peligro y daño es solo suya y que todo cambiaría si lo arrojaban al mar.

No intento excusar a tu siervo, pero tengo que reconocer que fue honesto y valiente en reconocer su pecado (v.10) y culpa del daño.

Padre, ¿Hay algo en el día de hoy, algún daño o peligro del que yo pueda ser la causa? ¿Hay tal pecado de rebeldía o dejadez de mis responsabilidades que pueda dañar a otros aparte de mí? No lo permitas, pero si ocurre, dame a mí también el valor para decir que me echen al mar hasta que la tempestad se calme, hasta que yo reconozca mi falta y obedezca, y sea restaurado.

Oblígame siempre a ir al Nínive que me mandes y no dejes que me esconda en Tarsis alguna.

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