MIQUEAS 7 18 20¿Qué Dios como tú, que perdona la maldad, y olvida el pecado del remanente de su heredad? No retuvo para siempre su enojo, porque se deleita en misericordia. El volverá a tener misericordia de nosotros, sepultará nuestras iniquidades, y echará en lo profundo del mar todos nuestros pecados. Cumplirás la verdad a Jacob, y a Abraham la misericordia, que juraste a nuestros padres desde tiempos antiguos.

¿Cómo podría la mente humana imaginar un Dios como tú? Un Dios que aborrece inmensamente el pecado y que está dispuesto a castigarlo eternamente, y que a la vez llegue a perdonarlo y olvidarlo.

Qué inmenso gozo me produce en esta hora pensar que tú, Señor, te deleitas en ser misericordioso y en serlo conmigo, que aunque merezco tu enojo, no lo retienes para siempre.

Me aferro a esa promesa de misericordia para tu pueblo, para el remanente, para los que descansan en la persona y obra de tu Hijo.

Miro ahora al mar y su inmensidad y su belleza, y pienso; veo con los ojos de la fe, que sí, que mis feos y sucios pecados están allí, escondidos en su profundidad y que así tú ya no tendrás memoria de ellos.

Te doy gracias por tu palabra, por este libro que tengo en mis manos, que me muestra lo que yo no podría ni imaginar, ni comprender; por querer mostrarme a mí, que aborreces mi pecado, pero que a la vez, has querido amarme y no tenerlo en cuenta. ¿No será acaso entonces ese Hijo tuyo, ese Cristo mío, el abismo que traga mi culpa?

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