Buscad a Yahveh todos los humildes de la tierra, los que pusisteis por obra su juicio; buscad justicia, buscad mansedumbre; quizá seréis guardados en el día del enojo de Yahveh.
Dios mío, tú has establecido un día en el cual mostrarás tu furor por el pecado (v.2). Tú eres un Dios justo y santo, y no puedes dejar sin castigo al impío, al violento, al insensible (Is.10:3); no puedes tener por inocente al culpable (Nah.1:3), por eso ya tienes establecido un día terrible (Is.13:9), el día de tu ira (Apoc.6:17), día de juicio y castigo (Mt.12:35s). ¿Por qué no piensa la gente en esto, en las consecuencias de sus actos, de que ningún pecado quedará impune?
Pero lo extraordinario es el énfasis que tú haces en estas líneas, como en toda tu palabra, de que te busquemos, de que todavía hay esperanza, que aún se puede alcanzar perdón (Is.1:18). Nos das oportunidad, te ofreces en tu misericordia a que te encontremos, pero esta oportunidad terminará (Is.55:6), y luego serás tú el que salga al encuentro para dar el justo pago.
Cada día, además, es oportunidad para el cambio, para dar un giro a nuestra vida y buscar justicia y mansedumbre. Cada día, en tu gracia, nos das oportunidad para la conversión.
Dios mío, haz que sea esto también en mí. No, ya no tengo temor a tu castigo, porque tengo conmigo a tu Hijo, pero quiero seguir buscando más de ti y de todo lo que es justo y bueno.