Las manos de Zorobabel echarán el cimiento de esta casa, y sus manos la acabarán; y conocerás que Yahveh de los ejércitos me envió a vosotros.
El ángel habla a Zacarías por medio de la visión de candelabros y olivos (4:1-5), para que este a la vez hable a Zorobabel en su tarea de edificar el nuevo templo (v.7) (Esdras 5:2). Él, Zorobabel, debía de recordar que su tarea, su difícil tarea en unas circunstancias tan adversas, no se hará por la fuerza, sino con su Espíritu, no con ejército, sino con el Señor de los ejércitos.
Yo también quiero y debo aplicarme esta lección, este principio.
Reconozco, Señor, mi mucha debilidad, que mis capacidades son pocas, mi sabiduría muy limitada y mi fe muy pequeña, pero muchas veces lo olvido y creo que yo puedo por mí mismo, que los asuntos diarios de hoy, espirituales o no, dependen de mí. ¡Qué torpe soy, cuando debería decir como Pablo «y para estas cosas ¿quién es suficiente?»! (2 Cor.2:16).
Quiero en este día hacerme el propósito de buscar y descansar más en el Espíritu Santo, ya que permites que obre y more en mí. Si la obra, servirte y darte gloria, es tuya, que yo sea solo un instrumento en tus manos, de tu Espíritu.