Cuando ayunasteis y llorasteis en el quinto y en el séptimo mes estos setenta años, ¿habéis ayunado para mí? Y cuando coméis y bebéis, ¿no coméis y bebéis para vosotros mismos?

¿Por qué hago las cosas que hago? ¿Qué motivaciones tengo para cada uno de los actos y palabras que digo ya sean espirituales o no? Puede que esté poniendo etiquetas y apariencia religiosa pero que luego haya otras intenciones.

Tu palabra me dice que todo lo que haga sea para tu gloria (1 Cor.10:31), incluso el comer o beber, pero luego esta palabra tuya de hoy me trae la posibilidad de que, como tu pueblo en el pasado, lo esté haciendo solo para mí, pensando solo en mi beneficio, aun cuando tenga otra apariencia.

Si te doy gracias por la comida en la mesa, ¿es de corazón, consciente de tu presencia o es una costumbre adquirida para que me sienta bien? Si ayuno, voy a reuniones, canto, o hago cualquier otra cosa «espiritual», ¿lo hago porque tú lo mereces y ya está, o espero por ello algún beneficio? ¿Es mi vida vivir para ti en primer lugar, o vivir para mí? ¿Me esfuerzo en cosas para servirte a ti y a tu causa, o para sentirme bien?

Señor, que estas preguntas que me hago sean las correctas, pero que no queden solo en eso, ayúdame a hacer todo, absolutamente todo, para ti, para tu gloria, pues eres la mejor razón.