JUAN 1 1En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios.

Tengo que reconocer, Padre, que me cuesta profundizar en estas líneas, dejando a un lado toda la polémica que levantan algunos. He usado estas palabras para responder a errores, pero no me he detenido lo suficiente a meditar y disfrutar de ellas.

Me gustan los árboles genealógicos, saber de dónde vengo, conocer algo del pasado de mis antepasados.

¿Dónde comenzar con Jesús el Cristo, tu Hijo? ¿Dónde está su origen? ¿Hasta dónde remontarme? Él ya era antes de nacer, antes de Abraham (8:58).

En el inicio, en la creación de todo, Él ya estaba allí (v.3). Si Él está en el principio de todo, es por ser causa de ese principio, por lo que debería de estar antes de él.

¿Cómo era su naturaleza si no es como la nuestra, si no es como nada creado? ¿Qué o quién está antes de todo? Dios y solo Él. Por tanto, el Hijo debe ser de la misma naturaleza del Padre.

Una naturaleza divina que aunque incomprensible para mí, no es confusa, sino definida y comunicativa, con personalidad y relación.

¿Cómo definir al Hijo en su naturaleza y personalidad durante toda la eternidad, pero que en un momento decide comunicarse y darse a su creación? El Logos, el Verbo o Palabra…

Padre, ¡cómo me satisface tu Palabra!

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