Su madre dijo a los que servían: Haced todo lo que os dijere.
Me llama la atención que mientras los demás evangelios sí citen a María por nombre, Juan, que la tenía a su cargo por mandato directo tuyo (19:26-27), no lo haga, y que se refiera a ella como la madre de Jesús. Solo la cita dos veces en todos sus escritos, aquí, al principio del evangelio, y al final ante tu muerte en la cruz.
Este milagro también es curioso. El primero que describe de tu ministerio fue en una boda y consistió en convertir agua en buen vino.
Seguramente esto tendrá más significado y simbolismo del que yo soy capaz de descubrir, pero sí me doy cuenta de algunas cosas.
María no pudo hacer ningún milagro, no pudo socorrer a los necesitados de ese momento. Pero, sí sabía que su hijo podía hacer algo. Se encamina ella misma a él para pedir ayuda (v.3) y luego encamina a los demás diciendo estas palabras tan extraordinarias: «Haced todo lo que (él) os dijere».
Señor, yo también quiero seguir esa sugerencia de María. Solo tú puedes, y yo solo quiero obedecerte a ti, hacer lo que tú me mandes.
También quiero seguir el ejemplo de María y encaminar a otros a ti, Jesús, para que hagan tu voluntad y vean tu poder.