JUAN 12 25El que ama su vida, la perderá; y el que aborrece su vida en este mundo, para vida eterna la guardará.

Señor, me temo que estas palabras me afectan a mí, que a pesar de todo lo que has hecho en mi vida y de todo lo que me has mostrado para bien de mi alma, aún hay mucho, demasiado afecto por mi vida.

Me he levantado esta mañana preocupándome en primer lugar por mi bienestar, por las necesidades de mi cuerpo y de mi mente. Sé que más adelante vendrán las actividades y entretenimiento, que yo puedo llamar deseo de servir, pero que puede ser solo deseo de sentirme bien. Puede que obre mucho, pero seguro que no hasta la extenuación, con el cuidado o el mimo de mi persona. Dispuesto a sudar y gastarme un poco sí, dispuesto a morir, a darme por entero (Jn. 12:24) no.

Perdóname si estoy haciendo mal, ayúdame a saber y querer hacerlo mejor, a tener más hechos que palabras.

Esta vida me gusta, lo que hago me apasiona, mi vista goza de tu creación, mi paladar, todos mis sentidos desean satisfacerse. Creaste un mundo extraordinario y nos lo diste para disfrutarlo, pero no es en sí mismo un fin, sino un medio. Lo que somos, cuerpo, mente y espíritu, y lo que nos rodea nos habla de ti y nos lleva a ti, aunque no queremos verlo. Este camino, que es la vida, es tan hermoso, que es fácil entretenerme en él. No lo permitas Señor, que no deje de caminar, aunque me gaste, hacia la otra vida, que aún es mejor.

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