JUAN 16 20De cierto, de cierto os digo, que vosotros lloraréis y lamentaréis, y el mundo se alegrará; pero aunque vosotros estéis tristes, vuestra tristeza se convertirá en gozo.

¡Ay Señor!, así es como dices. Al menos hay días que esta verdad se hace más patente, sea porque la situación se recrudece o porque yo me levanto más sensible.

Me entristece mi estado espiritual, mi lucha contra el pecado, mi relación contigo; porque no es lo que debería de ser, no avanzo como debiera, no aprendo lo suficiente y lo poco que alcanzo a entender me lo aplico pobremente. Lo siento Señor, siento defraudarte en tus expectativas sobre mí.

Me entristece la incredulidad que me rodea, el rechazo de la buena nueva. Algunos se oponen abiertamente, con desprecio y burlas. Cierran sus ojos para no ver y te echan la culpa de la poca evidencia que hay sobre la luz. Otros se cubren con sus ropajes de religiosidad y rechazan la sencillez de las Escrituras. ¡Qué pena que se prefiera la luz de los cirios a la luz de Cristo! Aquí también me siento yo culpable por no hacer lo suficiente para mostrar tu luz.

Me entristecen enormemente las tinieblas de este mundo, las injusticias que se hacen, la perversidad del ser humano. Hay cosas tan terribles que no las puede inventar la imaginación, sino el corazón impío. Aquí también me entristece que mi dolor sea más grande que mis intentos de remediar tantos males.

Pero un día mi tristeza, a todos sus niveles, se convertirá en gozo. Mis ojos verán tu gloria, Señor, y entonces entenderé que harás justicia y tendrás misericordia.

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