Dijo, pues: Traspasada es la gloria de Israel; porque ha sido tomada el arca de Dios.
El arca representaba tu gloria, Dios mío, y al ser tomada por los filisteos, enemigos paganos de tu pueblo, es como si tu gloria hubiera sido secuestrada. No podía imaginarse mayor desgracia, la muerte de Elí (1 Sam 4:18) y la de su nuera (1 Sam 4:19-22) lo manifiestan claramente.
Los filisteos consideraron una victoria tener el arca en sus manos y quizá una humillación el ponerla ante su dios (1 Sam 5:2), para descubrir después que «su gloria» se inclinaba ante la tuya (1 Sam 5:3-5).
Tu pueblo queda en nada sin tu gloria, sin tu presencia y bendición. El mundo no es nada ante ti, aun con tu gloria o tu presencia. Tu pueblo puede esperarlo todo si tú estás en medio de él. El mundo solo puede esperar justicia y humillación si tú estás en medio de él. Sus ídolos y templos son nada ante tu invisible pero gloriosa presencia.
Padre, mi esfuerzo personal es que tu presencia no me falte, mi lucha es hoy y siempre que los enemigos de mi alma no me arrebaten tu gloria, que yo no me relaje y la pierda, porque sin ti yo o tu iglesia no somos nada.
Padre, que el mundo descubra que su grandeza y sus conquistas al final tendrán que inclinarse ante tu presencia.