SALMOS 133 1¡Mirad cuán bueno y cuán delicioso es  Habitar los hermanos juntos en armonía!

Este ¡Mirad! de David, tu siervo ¿Es algo que él veía como un hecho o era un principio deseable que buscar?

Sé que es un hecho que cuando hay armonía y amor entre los tuyos, allí está Cristo, y allí envías tu bendición y respuesta (Mt. 18:19-20), pero me entristece tener que reconocer que muchas veces veo contiendas como en Corinto (1 Cor. 1:11), y oigo de murmuraciones (1 Cor. 10:10) (Sant. 4:11). Esto, como otros pecados, solo puede venir de la carne y no del Espíritu (Gál. 5:19-22).

David también experimentó esta triste realidad en su tiempo y en su pueblo. ¿Dijo, entonces, esto como algo teórico, algo posible pero no palpable?

¿No será, Padre, que quieres que yo mire de otra manera, que no me quede en lo externo, en la pobre naturaleza de cada uno de nosotros y me fije en las extraordinarias obras que un óleo y rocío como el tuyo puede hacer en cabezas y montes como nosotros?

¡Cómo hemos sido transformados! De ser como éramos, yo entre ellos, huesos secos y simple polvo del camino, ahora hemos sido transformados en recipientes vivos de tu gracia. Esto abre, si añadimos nosotros la armonía, una infinitud de bendiciones.

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