Y no entres en juicio con tu siervo; Porque no se justificará delante de ti ningún ser humano.
Es extraña la petición de David y a la vez es una realidad clara en mí también. Pide que respondas a su petición y para ello acude a tu verdad y tu justicia (Sal. 143:1). Eso es comprensible, pero luego lo que pide es que no entres en juicio con él, porque no podría justificarse.
Estoy, Señor, meditando en esto y cómo es que yo quiero esto mismo para mí. Descansar en tu Justicia, aunque yo no podría justificarme. Pedir que seas justo, aunque a la vez me reconozco culpable.
Gracias te doy por tener ahora entre mis manos a tu palabra, y en mi interior a tu Espíritu que me guían a comprender un poco mejor lo que David y yo estamos necesitando y pidiendo.
Padre, porque tú eres verdad, eres fiel, y todo lo que haces y dices es justo, no podría ser de otra forma, es que yo vengo a ti con esta petición en esta mañana. Obra con justicia, no permitas el pecado, juzga con justo juicio todo el mal que se hace bajo el sol. No permitas pecado alguno en tu presencia, ni hoy ni en el último día, ni siquiera el mío, que me confieso pecador.
Júzgame, Señor, pero no por mis obras, que son sucias e indignas —¿cómo permanecería con ellas delante de ti? —, sino las de tu Hijo Jesucristo. Sé justo en Él para ser misericordioso conmigo.