hombrelunaEstaba pensando en la vida y muerte del primer hombre que pisó la luna, el astronauta norteamericano Neil Armstrong (1930-2012). Era el 16 de julio de 1969 cuando la nave espacial Apolo 11 (llamada así en honor al Dios del Sol en la mitología romana) fue lanzada desde el Centro Espacial John. F. Kennedy, en Merritt Island, Florida (curiosamente, la isla de Merritt debe su nombre a un rey de España que dio la tierra a un noble español con cuyo nombre fue bautizada la isla). El Apolo 11 era un gigantesco cohete Saturno V de más de 110 metros de altura y casi 3.000 toneladas de peso, constituido por cuatro componentes; el módulo de mando, el módulo de servicios, el módulo lunar de descenso y el módulo lunar de ascenso. Durante la tercera fase, después de que la nave se desprendiera sucesivamente de dos partes compuestas de motor y combustible usado que fueron a parar al Océano Atlántico, el Apolo 11 fue situado en la órbita terrestre alcanzando una velocidad de casi 40.000 km/h, la velocidad más alta jamás alcanzada por un ser humano hasta el día de hoy. La nave tardó tres días en alcanzar la luna, una vez allí, se colocó en la órbita lunar.

Al día siguiente, mientras el astronauta Michael Collins permanecía en el módulo de mando, el comandante Armstrong junto al también astronauta Buzz Aldrin posaron con éxito el módulo lunar de descenso sobre la superficie de la luna. La fecha ha quedado grabada con letras doradas en nuestra historia moderna; el 20 de julio de 1969. Durante el alunizaje, Armstrong (cuyo apellido traducido literalmente significa “brazo fuerte”) tomó control manual del módulo lunar, llamado Eagle (Águila) y con menos de 30 segundos de combustible restante lo pilotó desde una zona rocosa hasta una llanura plana y dura formada por antigua lava volcánica llamada Mare Tranquillitatis (Mar de la Tranquilidad). Unas cinco o seis horas más tarde, ya el día 21, Neil Armstrong descendió del módulo lunar y caminó sobre la luna dejando para el recuerdo la huella grabada sobre ella y pronunciando en directo para millones de telespectadores, la famosa frase: “Un pequeño paso para el hombre, un gran paso para la humanidad.” Buzz Aldrin le siguió unos quince minutos más tarde y durante las dos horas y media aproximadas que permanecieron en la superficie lunar recogieron unos 22 Kg. de muestras, realizaron experimentos y tomaron fotografías. Toda la tripulación regresó felizmente el 24 de julio de 1969, amenizando en el Océano Pacífico y siendo recogidos por el portaaviones USS Hornet.

Sin duda alguna el señor Neil Armstrong vivió una vida apasionante, convirtiéndose en una de las personas más relevante de la historia moderna. Entre sus ocupaciones encontramos los oficios de: piloto de pruebas, aviador naval de los EE UU, veterano de la guerra de Corea, astronauta, comandante espacial, vice-administrador asociado de la NASA, profesor universitario de ingeniería aeroespacial y presidente de varías compañías de tecnología y sistemas electrónicos. Armstrong fue condecorado en 17 países y recibió los honores militares y civiles más importantes que se conceden en su país, incluyendo la Medalla de la Libertad, la distinción más alta que puede recibir un civil en Estados Unidos.

Tal vez, una de las anécdotas sobre Neil Armstrong menos conocida por el gran público sea la que Thomas Friedman explica en su libro From Beirut to Jerusalem (De Beirut a Jerusalén), ocurrida en el año 1988 cuando Neil visitó Jerusalén y le pidió al israelita Meir Ben-Dov, un profesor local experto en arqueología, que le enseñara la ciudad y le llevara a algún lugar por donde estuviera seguro que Jesucristo había caminado. El profesor lo llevó hasta los restos del templo construido por Herodes el Grande y destruido por los romanos en el año 70 de nuestra era. Cuando llegaron a los peldaños que aún se conservan en la puerta doble (puerta Hulda para los Hebreos), Meir Ben-Dov le dijo: "Estas escaleras constituían la entrada principal al templo, estamos seguros de que Jesús caminó por ellas muchas veces". Armstrong preguntó entonces si los peldaños eran los originales, a lo que el profesor respondió afirmativamente. Acto seguido, Neil Armstrong pasó unos minutos en reverente oración, y al acabar le dijo al arqueólogo: “Te tengo que decir que para mí es más emocionante pisar estas piedras que haber pisado la luna.”

El astronauta Neil Armstrong era un hombre de fe verdadera, para quien era muchísimo más importante saber que Dios había caminado en este mundo, que haber sido el primer hombre en caminar sobre la luna. El mayor logro del comandante Armstrong (y uno de los mayores del ser humano) no es nada comparado con la seguridad de conocer a Jesús como tu Dios y Salvador. Neil Armstrong lo sabía, por eso pudo afirmar que había sido más importante pisar las mismas escaleras que Jesús pisó que haber estado en la luna. Años más tarde, el astronauta Armstrong recordaba cómo le sacudió la visión de “ese minúsculo guisante, bello y azul, que era la Tierra”, y cómo levantando un pulgar y cerrando un ojo, su dedo hizo desaparecer el planeta Tierra. Lo explicó con pocas palabras: “No me sentí como un gigante, me sentí muy, muy pequeñito.” La inmensidad y la belleza sin par de la vista que tuvo de nuestro planeta y del propio cosmos, le sobrecogió y le recordó que el ser humano, a pesar de todos sus logros, es muy pequeñito comparado con el Todopoderoso Creador.

Querido lector, ¿acaso no te has asombrado nunca contemplando las maravillas que Dios ha creado? ¿No has sentido alguna vez un poder mayor que todo lo conocido ante el cuál eres como una mota de polvo? El Salmo 19 declara que: “Los cielos cuentan la gloria de Dios, y el firmamento anuncia la obra de sus manos.”Claramente se te está avisando de que no tendrás ninguna excusa el día que Dios te llame para rendirle cuentas de tu vida; la creación es un grito silencioso que señala al Señor del universo. ¿Qué piensas de este Jesús que caminó por nuestro mundo? Él declaró ser mucho más que un simple hombre, y su vida, actos y palabras, demostraron la autenticidad de sus afirmaciones. Jesús dijo que era “el camino, la verdad y la vida” y que nadie podía llegar a Dios Padre si no era a través de él (S. Juan 14:6). No tengas en poco la respuesta a estas preguntas, ni dejes la contestación para mañana. Al igual que el hombre llamado Neil Armstrong, un día (tal vez no muy lejano), tú también estarás en la misma presencia de Dios y entonces te darás cuenta de que ya será demasiado tarde, porque preferiste todas las baratijas que este mundo te ofreció, en vez de haber escogido caminar con Cristo mientras tuviste la oportunidad de arrepentirte.

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