“Yo hice la tierra, y creé sobre ella al hombre. Yo, mis manos, extendieras los cielos” (Is. 45:12)
Cuando todavía nada había sido creado, Dios, sin embargo, existía. Él ha existido desde siempre, eternamente. Y Dios podía no haber creado en universo, o bien podía haber hecho el mundo y sus habitantes de manera distinta a como son.
Dios no estaba obligado a crear nada; Él no necesitaba de nada. Pero el caso es que Su Palabra nos dice (así lo entendemos por la fe y la evidencia de las cosas), que Dios creó todo cuanto existe y que lo hizo así como a Su buena y libre voluntad bien le pareció.
Mediante la creación Dios manifestó Su gloria, Su sabiduría infinita y Su bondad.
“Señor, mi Dios, al contemplar los cielos, el firmamento y las estrellas mil. Al oír Tu voz en los potentes truenos, y ver brillar el sol en su cenit. Mi corazón entona esta canción: ¡Cuán Grande es Él! ¡Cuán Grande es Él!”
Dios quiso poner al hombre en nuestro planeta, la Tierra, y le dio un alma inmortal y racional, haciéndole también un ser espiritual, poseyendo un sentido de la santidad y de la justicia y una capacidad de relacionarse con su Creador y gozar de Él.
Dios hizo al hombre para lo bueno, y fue posteriormente cuando el pecado trajo todos los males que hasta hoy podemos ver en el mundo.
¿Queremos saber acerca del origen del universo y del hombre? No vayamos a la ciencia, ni a la filosofía porque ellas no tienen la respuesta. ¡Vayamos a lo que Dios nos ha dicho en la Biblia, y allí encontraremos las verdaderas respuestas! Allí se nos dice que no somos producto de la casualidad, ni estamos solos en el vasto cosmos. No, nuestro origen está en Dios. Sencillamente, Él nos creó. Y hoy sé por Su Palabra que Dios sigue preservando y cuidando este mundo mediante leyes naturales y por Su poder y Su Espíritu. También hoy sé para qué fin he sido creado y el remedio contra el pecado: JESÚS.
Termino con dos citas de la Biblia:
”Por la fe entendemos haber sido constituido el universo por la Palabra de Dios, de modo que lo que se ve fue hecho de lo que no se veía” (He. 11:3)
“¡Cuán innumerables son tus obras, oh Señor! Hiciste todas ellas con sabiduría; la tierra está llena de tus beneficios” (Sal. 104:24)