cieloJueces 6:1-16

Introducción:

¿Cuál es el tema de toda la Biblia, el tema principal? Bueno, es una pregunta que se puede contestar de más de una sola manera, pero yo diría que el tema principal de toda la Biblia es Cristo, el Señor Jesucristo; o que el tema principal de toda la Biblia es el tema de la salvación. Y sobre el tema de la salvación hay dos cosas que debemos entender, si queremos ser salvos, y si queremos ayudar a otras personas a ser salvas también – y las dos cosas vienen aquí, en esta historia de Gedeón, que también es una historia de salvación.

1. ¡NUESTRO PECADO!

  1. Pecamos. V. 1a.
  2. Sabemos lo que hacemos. V. 1a: "Los hijos de Israel..."
  3. Cometemos los mismos pecados una y otra vez. Jueces 2:1-2; 2:11-13; 3:7; 3:12a; 4:1; 6:1a; etc.
  4. No aprendemos. Vv. 1b y ss... ¿Por qué creéis que el Señor hizo eso?
  5. Solo nos duelen las consecuencias. V. 6. ¿Por qué clamaron al Señor? V. 7.
  6. No le hacemos caso al Señor. Vv. 8-10.
  7. Nos quejamos. Vv. 11-13. ¿Veis lo que estaba diciendo Gedeón?

 2. ¡SU MISERICORDIA!

  1. ¡El Señor es tan paciente con nosotros!
  2. Aun cuando nos hace pasarlo mal, ¡es para nuestro bien!
  3. ¡Nos habla una y otra vez!
  4. ¡Él toma la iniciativa!
  5. ¡No espera hasta que nosotros nos arrepentimos!
  6. ¡Él prepara los medios de nuestra salvación!
  7. ¡Él, y solo él, nos salva!

CONCLUSIÓN:

No quiero quitar nada de la historia de Gedeón. El Señor levantó a Gedeón para que él fuera la persona, el instrumento, que el Señor iba a usar para salvar a su pueblo de sus opresores, los madianitas. Y así fue, y ¡es una maravillosa historia de liberación!

Pero al igual que las demás historias de liberación en este libro de Jueces, la liberación literal, física y militar apunta a una liberación aun mayor, aun más importante: ¡la liberación espiritual nuestra de la opresión y la esclavitud del pecado por nuestro gran 'Libertador', el Señor Jesucristo!

¿Te ves a ti mismo aquí en Jueces capítulo 6, como pecador culpable, atrapado en el vicio de tu propia adicción al pecado, sufriendo las consecuencias de ello y temiendo otras consecuencias aún peores, y sin ninguna posibilidad de sacarte tú solo del pozo en el que te has metido? Si te ves así, ¡no te desesperes! – ¡esa no es más que la mala noticia antes de la buena noticia!

Y ¿cuál es la buena noticia? Pues, que el mismo Dios de misericordia que salvó a los israelitas de los madianitas en los días de Gedeón ¡te puede salvar a ti hoy! ¡Él es paciente y misericordioso, dispuesto a perdonar y poderoso para
liberar y salvar! Envió a su Hijo, en forma de ángel, a Gedeón, y siglos después, volvió a enviarle, esta vez como hombre, ¡para llevar a cabo su gran obra de liberación y de salvación!

¡Aprende de los israelitas a clamar al Señor! – en toda esta historia, y en todo este libro de Jueces, eso fue lo mejor que hicieron: ¡clamar al Señor! Y ¡nunca clamaron en vano! ¡Clama tú a él! ¡Pídele que tenga misericordia de ti, que te libere, que te salve! ¡Y lo hará! Vamos a orar.

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