INTRODUCCIÓN
Cada año, al acercarse la Navidad, algunos evangélicos alzan una voz de protesta en contra de la fiesta navideña. Su argumento es que la Navidad tiene raíces paganas, y que, por tanto, la Iglesia cristiana no debe participar en dicha celebración . El propósito de este estudio es analizar ese tema. Lo que pretendemos hacer es averiguar algunos datos históricos en cuanto a la Navidad, para luego hacer algunas recomendaciones acerca de la participación de los creyentes en las celebraciones navideñas. Esperamos que este estudio contribuya al debate en torno a la Navidad, y ayude a los creyentes a tomar una decisión adecuada acerca de la celebración anual del nacimiento de Cristo.
1. EL NOMBRE DE LA FIESTA
La palabra, ‘Navidad’, es una abreviación de ‘Natividad’. Ese término se deriva del vocablo latino ‘natalicio’, que significa ‘nacimiento’. Eso indica que la fiesta navideña tiene como propósito formal celebrar un nacimiento: el nacimiento de Cristo. Un nacimiento que literalmente divide la Historia de la Humanidad, y tiene implicancias teológicas de gran envergadura.
En algunos países, como Chile, la palabra ‘pascua’ se usa como sinónimo de ‘Navidad’ . Eso se debe a la práctica de la Iglesia primitiva de relacionar el nacimiento de Cristo con su muerte; un asunto que veremos en más detalle en un momento. Aunque el vínculo entre el nacimiento de Cristo y su muerte es interesante, debemos indicar que llamar la Navidad ‘Pascua’ es un tanto confuso, porque en la Biblia el término ‘pascua’ está relacionado exclusivamente con la muerte de Cristo.
2. LA FECHA DE LA NAVIDAD
El argumento principal que se usa para afirmar que la Iglesia no debe celebrar la Navidad es porque (se alega) es una fiesta que tiene raíces paganas. Los que promueven esa idea señalan que durante los primeros siglos de la era cristiana, la población del imperio romano celebraba anualmente una fiesta al dios Saturno: el dios de la agricultura. Esa festividad estaba relacionada con el solsticio de invierno en el hemisferio norte, cuando (según se creía) el Sol volvía a nacer, preparando el camino para la primavera y un nuevo año en el calendario agrícola. La fiesta saturnal se celebraba del 19 al 25 de diciembre, y era un tiempo marcado por diversiones, banquetes bulliciosos, y un desenfreno sexual.
Las personas que hoy en día desean eliminar la celebración de la Navidad afirman que los creyentes del siglo IV, en un afán de congraciarse con el ‘mundo’, o con el fin de ‘cristianizar’ esa fiesta pagana, decidieron establecer el 25 de diciembre como la fecha en la que celebrarían el nacimiento de Cristo. Lamentablemente, al establecer esa fecha (con todas las asociaciones paganas del caso), lo único que los cristianos de ese tiempo lograron hacer fue introducir una costumbre pagana en la Iglesia del Señor. Con el transcurso de los años, una fiesta que tuvo sus inicios en una costumbre pagana, se fue contaminando más y más, con diversos elementos paganos (Papa Noel, el árbol de Navidad, etc.). Todo eso, sumado ahora al materialismo del siglo XXI, ha creado una fiesta anual que no tiene nada que ver con el cristianismo, y que, por consiguiente, debe ser abolida del calendario de la Iglesia.
Ante esas afirmaciones, la pregunta que tenemos que hacer es: ¿Realmente fue así? ¿Tuvo la Navidad un origen pagano? A manera de respuesta, lo primero que debemos decir es que muchos años antes del siglo IV, varios líderes cristianos consideraron el asunto de la fecha del nacimiento de Cristo. Por ejemplo, Clemente de Alejandría, a finales del siglo II, declaró que algunos creyentes en Egipto celebraban el nacimiento de Cristo en abril. Hipólito consideró que Cristo murió el 25 de marzo; por tanto, afirmó que nació el 25 de diciembre (por razones que veremos posteriormente). En su comentario sobre el libro de Daniel, hay una nota que indica que Cristo nació el miércoles 25 de diciembre.
Algunos estudiosos han indagado profundamente este tema, y sus escritos muestran que los creyentes de los siglos II y III dedicaron mucho tiempo a meditar sobre la fecha del nacimiento de Cristo. Según ellos, la Iglesia tuvo cuatro razones principales para establecer el 25 de diciembre como la fecha del nacimiento de Cristo.
1. La fecha de la Creación del mundo. En el año 220 d. C., el autor cristiano Sexto Julio Africano, especuló que el mundo fue creado el 25 de marzo. Llegó a esa conclusión basándose en un estudio minucioso de la historia judía y cristiana. Según Sexto Julio Africano, esa fecha fue también el día que Cristo fue concebido en el vientre de María. Afirmó eso partiendo del principio de que la venida de Cristo marcó el inicio de una nueva creación. Habiendo establecido el 25 de marzo como la fecha de la concepción de Cristo, concluyó que Él nació nueve meses después, el 25 de diciembre.
2. La fecha de la muerte de Cristo. En el primer siglo, una idea popular entre los judíos fue que los profetas murieron en la misma fecha en que nacieron . Según William Tighe, algunos cristianos del primer siglo adoptaron esa idea y la aplicaron a Cristo. Se calculó que Cristo había muerto el 25 de marzo; por tanto, debió de haber nacido esa misma fecha. Una vez establecida la fecha del 25 de marzo, se cambió la idea, diciendo que esa fue la fecha de su concepción, no de su nacimiento. Hasta el día de hoy, las iglesias antiguas (la Iglesia católica, luterana, anglicana y ortodoxa) celebran ‘La Fiesta de la Anunciación’, el 25 de marzo, celebrando el momento que el ángel Gabriel anunció a María que ella estaba por concebir al Hijo de Dios.
NOTA: En la Iglesia ortodoxa, los cristianos antiguos usaban el calendario griego, según el cual la muerte de Cristo ocurrió el 6 de abril. Eso explica por qué ellos celebran el nacimiento de Cristo el 6 de enero, y no el 25 de diciembre.
3. La fecha de la manifestación del ángel a Zacarías. Juan Crisóstomo, en el siglo IV, usó otro argumento. Él observó que Zacarías pertenecía a la octava orden de sacerdotes. Según la forma en que los judíos calculaban las fechas de las órdenes sacerdotales, la octava orden estaría sirviendo en el templo del 2 al 9 de octubre del año 5 a. C. Seis meses después, María visitó a Elizabet, cuando recién había concebido a Cristo. La fecha sería marzo. Luego de una gestación de nueve meses, Cristo habría nacido en diciembre. Lo importante no es tanto saber si Crisóstomo estaba en lo cierto acerca de las fechas, sino en entender si él, como líder cristiano, estaba queriendo establecer la fecha de la Navidad sobre bases cristianas, y no paganas.
4. La fecha del equinoccio vernal. En el mundo antiguo, el calendario que usaban indicaba que la fecha del equinoccio vernal era el 25 de marzo. Esa era la fecha, en el hemisferio norte, en que los días comenzaban a alargarse, porque el Sol amanecía cada día más temprano. Dado que uno de los nombres o títulos de Cristo en el Antiguo Testamento es ‘Sol de Justicia’ (Malaquías 4:2), los cristianos primitivos consideraban que era apropiado que Cristo hubiera sido concebido en esa fecha. Ese fue otro argumento que se usó para afirmar que el Señor nació el 25 de diciembre.
Muy aparte de la validez de estos cuatro argumentos, lo que queda claro es que la fecha del 25 de diciembre no fue establecida por los cristianos de los primeros siglos por alguna fiesta pagana, sino por consideraciones netamente cristianas.
En realidad, si meditamos un momento en el asunto, no es nada probable que los creyentes de aquel tiempo hubieran escogido una fiesta pagana para celebrar el nacimiento de Cristo, dado que los creyentes de la Iglesia primitiva estaban luchando por evitar la influencia del paganismo sobre el cristianismo. Ellos estaban dispuestos aun a entregar su vida con tal de no contagiarse con ritos paganos. Por consiguiente, es poco probable que hayan aceptado una fecha para celebrar el nacimiento de Cristo, basada en una fiesta pagana.
Otro asunto es que, aunque la acusación que se hace comúnmente es que la fecha del 25 de diciembre fue establecida por el emperador Constantino, quien en el siglo IV optó por celebrar el nacimiento de Cristo el mismo día que se celebraba el culto al Dios Invicto, la realidad es otra. Fue el emperador Aureliano quien, en el año 274 d. C., estableció el 25 de diciembre como la fecha del nacimiento del dios Sol. Originalmente, los romanos celebraban la fiesta del dios Sol en agosto, no en diciembre . Al cambiar la fecha a diciembre, su propósito era promover el culto al Sol, con el fin de atacar la fe cristiana. Escogió el 25 de diciembre precisamente porque esa era la fecha en que los cristianos ya celebraban el nacimiento de su Dios, el Señor Jesucristo. Así que, no fue la Iglesia quien quiso usar una fecha pagana, sino un pagano quien quiso aprovecharse de una fecha cristiana. Eso tiene implicancias muy importantes para nuestra actitud hacia la celebración de Navidad en el siglo XXI, como veremos al final de este estudio.
3. EL DESARROLLO HISTÓRICO DE LA CELEBRACIÓN DE NAVIDAD
Aunque la Iglesia griega ortodoxa estableció el 6 de enero como la Fiesta de la Epifanía, algunas iglesias del este del imperio romano comenzaron a adoptar la práctica de celebrar el 25 de diciembre, adoptando esa fecha de la Iglesia occidental. En Constantinopla, se comenzó a celebrar el 25 de diciembre en el año 380 d. C.; en Antioquía, en el año 386 d. C.; en Alejandría, en el año 432; y en Jerusalén, un siglo después . Por otro lado, algunas iglesias del Oeste del imperio romano, comenzaron a adoptar la Fiesta de la Epifanía, el 6 de enero (adoptando la costumbre de las iglesias orientales), aunque seguían celebrando el nacimiento de Cristo el 25 de diciembre.
Cuando se dio la Reforma protestante, personas como Martín Lutero seguían celebrando la Navidad. Él compuso algunos villancicos alusivos a la fecha. Posteriormente, los puritanos prohibieron la celebración de Navidad, por unos cuantos años, no tanto por considerar que era una fiesta pagana, sino una fiesta católica. Ellos consideraban que las celebraciones navideñas eran, más que nada, una pérdida de dinero y tiempo. Sin embargo, para fines del siglo XVII, la Navidad fue legalizada nuevamente, y la Iglesia protestante comenzó a celebrar nuevamente el nacimiento de Cristo, aunque de una forma mucho más sencilla que antes. Durante el siglo, algunos líderes cristianos, como Charles Wesley, compusieron nuevos villancicos para la Iglesia, y de ese modo siguieron afirmando la importancia de la Navidad.
Fue durante el siglo XIX, cuando la Navidad comenzó a celebrarse en la forma en que la conocemos hoy en día. El árbol de Navidad (que tuvo sus orígenes en Alemania), se popularizó en Europa, y se extendió hasta los EE.UU. Los villancicos comenzaron a cantarse con mayor avidez, y nuevos cánticos navideños fueron añadidos al repertorio de la Iglesia.
La primera tarjeta navideña fue impresa en 1846, pero se comenzaron a enviar en forma masiva a partir de 1870, cuando el sistema postal se desarrolló en Europa y los EE.UU.
La imagen de Papá Noel (Santa Claus), andando en un trineo, y repartiendo regalos, se popularizó en los EE.UU. a fines del siglo XIX, aunque la tradición de S. Nicolás lo antecede considerablemente. Se deriva de un hombre histórico, llamado S. Nicolás. Al parecer, Nicolás fue un obispo de Myra, en Turquía, en el siglo IV. Era conocido como el protector de los niños. Según una tradición, él llevaba bolsas de oro que regalaba. De ahí nació la idea de una figura que reparte regalos, llevándolos en una bolsa.
Para el siglo XVI, ya habían varias iglesias en Holanda que llevaban el nombre de ‘S. Nicolás’. Durante ese siglo, coros infantiles de las iglesias dedicadas a S. Nicolás, celebraban la Navidad, relacionándola con la figura histórica de S. Nicolás, a quien llamaron Sinter Klaas (el nombre de S. Nicolás, en holandés). Posteriormente, en el mundo anglosajón, el nombre fue cambiado a Saint Claus o Santa Claus, cuya figura fue popularizada por el escritor William Irving, en su libro Knickerbocker History (Historia de Knickerbocker), publicado en 1809.
Sin embargo, aunque históricamente, la figura de Papá Noel está relacionada con S. Nicolás, la manera como se presenta hoy día se debe a otra tradición. En el siglo XV, en Inglaterra, surgió el cuento de un hombre bondadoso, con barba blanca, que hacía regalos para dar al niño Jesús en el día de su cumpleaños (el 25 de diciembre). Esa figura era llamada Father Christmas (literalmente, Padre Navidad). Cuando los franceses añadieron ese personaje a las celebraciones navideñas, lo llamaron Pere Noel (que significa Padre Navidad en francés). Cuando pasó a España, vino a ser llamado Papá Noel.
4. EL VALOR DE LA NAVIDAD
Ante el desarrollo histórico de la fiesta navideña, que acabamos de ver, y el impacto del materialismo y otros elementos que nada tienen que ver con el sentido original de la Navidad, ¿tiene sentido seguir celebrando el 25 de diciembre? ¿No debemos, más bien, anularla del calendario cristiano? Aunque la reacción negativa de algunos creyentes es natural, consideramos que lejos de dejar de celebrar la Navidad, tenemos un deber, como creyentes, de ‘redimir’ la Navidad; o, si se quiere, ‘reconvertir’ la Navidad, para que el mundo sepa el verdadero sentido de la Navidad.
Debemos aprender de nuestros antepasados en la fe: los creyentes del tercer siglo. No permitamos que ocurra hoy lo que el emperador pagano Aurelio intentó hacer, hace tanto tiempo, cuando nombró el 25 de diciembre la fiesta del dios Sol, queriendo así opacar la celebración cristiana de la encarnación del Hijo de Dios. La encarnación de Dios es, juntamente con la muerte de Cristo, un evento trascendental en la Historia humana. Es cierto que la Biblia no nos manda celebrar el nacimiento de Cristo; sin embargo, teológicamente hablando, sin la encarnación de la segunda Persona de la Trinidad, la muerte de Cristo carece de valor salvífico. Por tanto, al celebrar el nacimiento de Cristo, estamos a la vez celebrando su obra redentora. La Iglesia primitiva lo entendía así, y por eso relacionó el nacimiento de Cristo con su muerte.
Si la Iglesia cristiana deja de celebrar la Navidad, lo que pasará es que el mundo ‘pagano’ se apoderará aún más de la fecha, y se eliminará todo recuerdo del nacimiento de Cristo. Dios nos llama a ser ‘sal’ y ‘luz’; no a abandonar el mundo a su pecaminosidad. Por consiguiente, nos parece que sería una mejor estrategia reconocer que la Navidad es una fecha que podemos y debemos aprovechar para anunciar el mensaje cristiano. Obviamente, debemos distanciarnos de aquellos elementos que no tienen nada que ver con el nacimiento de Cristo. Cosas como el árbol de Navidad, la figura de Papá Noel, el materialismo, etc. Pero podemos aprovechar el mes de diciembre para hablar de Cristo.
En nuestros hogares podríamos preparar una escena del nacimiento de Cristo, con fines educativos o evangelísticos (con tal que no haya problemas con algún elemento cultural o supersticioso en nuestra región o familia que milite contra ello). Durante el mes de diciembre, deberíamos enseñar a nuestros hijos todos los eventos relacionados con el nacimiento del Señor, para inculcar en ellos un entendimiento del verdadero significado de la Navidad. En nuestras iglesias, debemos predicar sobre los textos relacionados con el nacimiento de Cristo, procurando no solo educar a los miembros de la iglesia, sino compartir el Evangelio con amigos que aún no conocen al Señor. En resumidas cuentas, debemos aprovechar esta fiesta anual para declarar el misterio de la Encarnación, y las glorias relacionadas con el nacimiento de Cristo. No debemos ceder territorio al enemigo de Dios, sino sacar provecho de la Navidad, para honrar y glorificar a Dios en un mundo que lo odia y desprecia. ¡Esa es nuestra tarea cristiana!
BIBLIOGRAFÍA
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http://www.navidadlatina.com/historia/
Héctor Velis-Meza, ‘Orígenes de palabras y tradiciones relacionadas con la Navidad’, en ‘Palabras con Historia: El Blog de Héctor Velis-Meza’
Kelemen, Lawrence, The Real Story of Christmas (‘La Verdadera Historia de la Navidad’), http://www.simpletoremember.com/vitals/Christmas_TheRealStory.htm
Kelly, Dr Joseph, The Origins of Christmas (El origen de Navidad).
Tighe, William, Calculating Christmas (El cálculo de la fecha de la Navidad), en la revista Touchstone.
Talley, Thomas J., The Origins of the Liturgical Year (El origen del año litúrgico).