NOQUIERONo quiero ser oxidada herramienta
en un cajón escondida,
sino una prolongación
de la mano de mi Señor,
una ágil tenaza
o un poderoso martillo.

No quiero ser ni ceniza ni polvo,
sino tizón avivado por su soplo,
voz en el viento,
palabra inspirada por su Espíritu.

No quiero ser ni charco ni ciénaga,
lugar sólo para juegos
sino lluvia derramada por su mano,
agua viva que refresque
rostros resecos por este viento del mundo.

No quiero ser ni desierto ni laberinto,
sino camino,
senda formada por huellas de peregrinos,
la dirección adecuada al Reposo.

No quiero ser sala de espera
sino taller de trabajo,
llenar de virutas y sudor el lugar que pisas
donde Él, mi Señor, hace su mayor obra.

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