Sentado en el salón de casa, te despiertas de un ligero sueño sobresaltado: la habitación está llena de humo, y grandes llamas te impiden llegar hasta la puerta principal. Tienes en el bolsillo el móvil, con el que llamar a los bomberos, o a algún familiar. También tienes a mano un extintor, que guardas para momentos como este. Puedes sin duda dar voces pidiendo ayuda, con la esperanza de que algún vecino te oiga. Sin embargo el fuego avanza, y no haces ninguna de estas cosas: ya no hay escapatoria posible.
Parece una situación irreal, pero en la Biblia, en el libro de Hebreos, se nos plantea una situación parecida:
¿Cómo escaparemos nosotros, si descuidamos una salvación tan grande? - Hebreos 2:3.
Para meter esta pregunta en su contexto, podemos leer el primer capítulo de este libro, y el comienzo del segundo. Esta carta, dirigida primeramente a iglesias de cristianos judíos, comienza recordándoles cómo Dios hablaba a sus antepasados a través de profetas (1:1) y ángeles (1:7). Unos y otros advertían de parte de Dios de las consecuencias que tendría el oponerse a Él. Dios amaba al pueblo judío, y lo castigaba cuando este le desobedecía y hacía el mal (2:2).
Sin embargo este pasaje habla sobre todo de Jesús. Una y otra vez nos recuerda quién es:
- Es el hijo de Dios. (1:2 y 5)
- Es su imagen. (1:3)
- Es muy superior a los ángeles, los cuales le adoran. (1:4, 6 y 13)
- Tiene un trono eterno. (1:8)
- Es amante de la justicia, y aborrece la maldad. (1:9)
- Creó en Dios los cielos y la tierra, y vivirá aun cuando dejen de existir. (1:10-12)
Quizá destaque en el texto además la comparación de Jesús con los ángeles. Los ángeles son los mensajeros de Dios (la propia palabra ángel significa mensajero). Jesús también es mensajero de Dios, pero uno mucho más importante, por todas esas cualidades que hemos visto. Y si el mensaje que traían los ángeles era fiel, y Dios lo cumplía, ¿cuánto más el que trae su propio hijo?
Pero, ¿qué mensaje trae Jesús? Volvamos al versículo 2:3
¿Cómo escaparemos nosotros, si descuidamos una salvación tan grande? [...] anunciada primeramente por el Señor
Jesús anunció una salvación, una gran salvación. Es la salvación de nuestras almas, condenadas por nuestro pecado y desobediencia, y es además una gran salvación, pues sólo nos pide fe. Volviendo al ejemplo del principio, a nuestra casa en llamas, pensemos en que hay un fuego inminente al que estamos destinados por nuestro pecado: es el Infierno. Es un fuego demasiado poderoso para que nosotros pudiéramos luchar contra él. Sin embargo, tenemos una gran ayuda,
la mejor:
“Y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente” – Juan 11:26
Estas son palabras de Jesús, el mensajero e hijo de Dios. Es la única escapatoria.