Jesús era, y es, precisamente lo que la Biblia dice que Él es, Dios hecho hombre. Todos los reyes que conocemos a lo largo de la historia sabemos que un día fueron bebes, es decir, fueron bebes que se convirtieron en reyes. Pero Jesús fue UN REY QUE SE CONVIRTIÓ EN BEBÉ.
Pero… ¿qué hizo Jesús aquí en la tierra?
Fue maestro, fue profeta, hizo muchos milagros, tuvo grandes conversaciones, viajó… Pero para lo que realmente vino a este mundo fue para traer una solución a nuestro problema más importante: el pecado.
El pecado es algo que habita en nosotros y que nos separa de Dios. Dice la biblia que todos somos pecadores, que todos hacemos cosas mal, desde una pequeña mentira hasta cosas más graves. No pienses que por no robar o no haber matado a nadie ya eres bueno porque te puedo asegurar que no hay nada bueno en tu vida, todo está mal, pecas, haces cosas mal todos los días y necesitas un cambio total y de raíz.
Y claro, como es de esperar, por todo ese pecado necesitas una condenación, un castigo, hay consecuencias… ¿te crees que te vas a ir de rositas? Aquí en la tierra puede que te libres, pero ya vendrán los lloros y lamentos… Hay un costo por todo lo que estás haciendo. La paga del pecado es la muerte, y no la muerte física, sino una muerte eterna, una vida en el infierno… un lugar de lloros, de lamento, de sufrimiento continuo, de crujir de dientes…un lugar que te mereces por ser pecador, un lugar al que vas a ir si no le pones remedio.
El vacío que sientes en tu interior, ese vacío que quieres llenar con amistades, juegos, fiestas, comida…nada puede llenarlo. Al contrario, eso solo te separa más de Dios. ¿No ves que tu vida sigue siendo sin sentido, ridícula, vacía…? Ese vacío solo Dios lo llena, solo Él le da sentido a tu vida.
Pero volvamos al principio, a ese rey que se hizo bebe y vino a este mundo. Él no quiere que mueras, no quiere que recibas el castigo que te mereces, no quiere que te vayas al infierno… porque te ama y por eso pagó el precio de tu pecado. Eres tan pecador y tienes tantas cosas mal en tu vida que tuvo que venir a este mundo y morir por todo ello, porque estabas perdido y no había otra solución. Alguien tenía que pagar por tus cosas malas, ÉL O TU. Pero dio su vida por la tuya. Esa deuda que no puedes pagar fue pagada con su muerte en la cruz. Y es que solo la sangre de Jesús podía eliminar el pecado, solo un hombre limpio, perfecto y libre de pecado podía morir y recibir tu castigo. Y ese solo podía ser Jesús, completamente hombre y completamente Dios. Solo su muerte podía darte a ti vida.
¿Qué tenemos gracias a Cristo?
Salvación. Perdón de pecados. Entrada a la presencia de Dios. Vida eterna. Solución a tu mayor problema.
¿Cómo lo consigo?
Reconociendo que eres pecador, arrepintiéndote de la vida que llevas, tragándote tu orgullo y reconociendo que necesitas una solución, una solución que solo puedes conseguir con Cristo. Que tu pecado y las consecuencias de ese pecado es tu necesidad más urgente, que tú solo no puedes salvarte…
Arrepentirse no se trata de sentir remordimiento, pedir perdón, dejar de hacer las cosas malas que los demás ven… Arrepentirse es abandonar totalmente el pecado, es aborrecerlo, es comenzar una nueva vida y es hacerlo de corazón. Pues cuando sabemos lo mucho que hemos ofendido a Dios, nada es suficiente y debemos ansiar agradarle.
Conclusión
Déjame decirte que llegará un día en el que cada uno de nosotros estaremos en un juicio. Dios será tu juez, estarás delante de él y sacará el libro más gordo que hayas visto nunca y será el libro de tu vida, de tu vida vergonzosa y vas a tener que dar cuentas a Dios de todos tus actos, de cada una de tus palabras, de cada uno de tus pensamientos… y no tendrás excusas. Y, es más, llamará a testigos para verificar la vida desastrosa que has llevado, esos testigos serán la palabra de Dios. Cada palabra que has oído, cada palabra que has leído y cada palabra que has cantado te juzgará pues no la has obedecido. Estarás perdido, no tendrás escapatoria…
Ahora bien, ese día habrá un abogado, un amigo, un intercesor… cuando estén a punto de condenarte, juzgarte y llevarte al infierno, puede haber alguien que se ponga delante y diga: “¡No! La deuda que se merece ya la pagué, el castigo que se merece ya lo recibí. ¡Queda libre! Está perdonado.”
No tienes excusa, ya lo has escuchado, ya lo sabes. Cada día nuevo que Dios te da es una nueva oportunidad para que te acerques a Él, ¿a qué estas esperando?
Ese día en el juicio no podrás salvarte a ti mismo. Por eso un niño tuvo que nacer para morir, cuando entiendes eso, entiendes la navidad.