MASCARAS EGO(1ª Reyes 14:1-18)

INTRODUCCIÓN:

Para hablar de esta mujer tenemos primero que hablar de su marido Jeroboam.

Cuando Salomón era rey de Israel se fijó en un joven esforzado y le dio un puesto de responsabilidad, 1 Reyes 11:28.

Un día Jeroboam se encontró con el profeta Ahías y le dijo a Jeroboam que el reino de Israel sería roto y que 10 de las tribus serían dadas a Jeroboam, para que él fuera el rey. Dios estaría con él, pero la promesa era condicional (1 R. 11:38; 29-40).

Salomón quiso matarlo y huyó a Egipto hasta su muerte. Cuando murió Salomón subió al trono su hijo Roboam, pero por ser duro con el pueblo, Jeroboam se reveló contra Roboam y todo el pueblo le seguía. Solamente la tribu del sur, Judá se quedó con Roboam y el reino del norte con las diez tribus, llamado Israel, siguió a Jeroboam. Así se cumplió la palabra del profeta.

Puesto que Jerusalén estaba en el reino del sur y allí se encontraba el templo, temiendo que la gente fuera a Jerusalén a adorar y aceptaran a Roboam como rey, Jeroboam levantó dos becerros de oro en Dan y Betel (1 R. 12:28-30). Levantó altares para los ídolos y nombró sacerdotes que no eran de la tribu de Leví. Fue el primer rey que indujo al pueblo a idolatrar a nivel nacional.

Un profeta le exhortó a apartarse de su pecado y mal camino, pero no lo hizo (1ª R. 13:33).

LA HISTORIA:

Leer 1ª Reyes 14:1-20.

Jeroboam y su mujer tuvieron dos hijos. Uno de ellos Abías cayó enfermo y sus padres necesitaron un socorro que solo podía proceder del Señor. Pero Jeroboam entendió que su pecado le había apartado de Jehová y que no tenía derecho de pedir ayuda al Señor.

Sin embargo, le pidió a su mujer que se disfrazara para ir a consultar al profeta Ahías para ver si le declaraba algo bueno sobre la enfermedad de su hijo.

Ahías era ya viejo y no podía ver, pero Dios le avisó de que iba a visitarle la mujer de Jeroboam. Le dio una revelación contra Jeroboam (1 R. 14:7-16). Esta profecía se cumplió (1 R. 15:29).

En cuanto al niño enfermo, le dijo que moriría vv.12-13. Solo este niño sería sepultado, dando a entender que los demás no serían sepultados, y que serían comidos por perros o por aves (v.11).

Ahora bien, es una historia triste, ¿qué podemos aprender de ella?:

1) Es inútil tratar de engañar a Dios:

¡Querían engañar al profeta de Dios con un disfraz! Querer hacer esto era como querer mofarse de Dios. Ellos pensaban que con un disfraz de campesina o de lo que fuera, le engañarían y le arrancarían una bendición. ¡Qué locura! Pero, cuidado, examinémonos para ver si no caemos en el mismo error.

2) Hoy día, ¿cómo pueden algunos “disfrazarse” ante el Señor?:

Creo que de muchas maneras. Poniendo excusas para no ir a las reuniones, estoy enfermo, no me encuentro bien, sabiendo que si fuera para otra cosa nos tomaríamos una pastilla e iríamos.

Ponernos un disfraz de santidad. Venir a las reuniones, aparentar ser creyente o ser muy piadosa, pero nuestro corazón está muy apartado de Dios, o hay odio, rencor, envidias, etc.

El de la generosidad (Ananías y Safira).

El del amor fingido (Ro. 12:9).

La lista podría ser mucho más larga. Pero, ¿pensamos que podemos engañar a Dios? El no es corto de vista. El puede leer lo que hay en lo más profundo de nuestro corazón (Mt. 15:8).

Esos disfraces un día serán quitados y se verá cara a cara (1 Co. 4:5). La palabra “hipócrita”, significa literalmente: esconder bajo una máscara.

Tiene su origen en el teatro griego cuando un actor se disfrazaba para representar a un personaje distinto de lo que era él en realidad. La mujer de Jeroboam es un vivo ejemplo de la locura de querer engañar a Dios.

3) No hay que buscar a Dios como recurso de emergencia:

Jeroboam adoraba por conveniencia, que no por convicción a otros dioses, pero cuando hubo un problema serio en su familia, comprendió, que el mejor recurso era dirigirse al verdadero Dios de Israel.

Esta conducta es la de muchas personas, solo se dirigen a Dios cuando tienen un gran problema, pero le buscan sin arrepentirse, solo para que les ayude. No podemos comprar ni sobornar a Dios, Él hará su voluntad en nuestras vidas nos guste o no.

4) No podemos comprar ni sobornar a Dios:

Jeroboam pensó que trayendo panes, tartas y miel, induciría al profeta a pronunciar una buena profecía a favor de su hijo.

Así mucha gente quiere comprar los favores de Dios, ofrendando más dinero, o tiempo, etc. No podemos sobornar a Dios, Él hará su voluntad en nuestras vidas, nos guste o no.

5) La Palabra de Dios siempre se cumple:

De vuelta a casa, la mujer quizás pensara “tal vez se ha equivocado el profeta. Puede que mi hijo viva todavía”. Pero la Palabra de Dios se cumple inexorablemente. Su hijo murió.

Dios nos ha dado muchas advertencias, ya desde Adán el diablo pone en duda la Palabra de Dios:” ¿con que Dios os ha dicho…?”. El negarse a aceptar las advertencias de Dios no impedirá su cumplimiento.

Esta lección le cuesta aprenderla a la gente. Hay un Dios, un juicio, una vida eterna y una condenación eterna, ¿estamos convencidos de todo esto?

6) Reflexión ante la muerte:

La enfermedad y la muerte de su hijo deberían haber tenido por resultado el de llevar a Jeroboam y su mujer al Señor, a un arrepentimiento verdadero, pero no fue así, estaban ya tan apegados al pecado. Que la muerte nos haga pensar seriamente en el destino de nuestra propia alma.

7) Dios nos conoce y no podemos andar cerca de Él con disfraces:

La mujer de Jeroboam obedeció a su marido cumpliendo las reglas y costumbres sociales de aquel tiempo, pero podía muy bien hacer lo que hizo la prudente Abigail. Podía haber ido al profeta y quitarse el disfraz y abrirle su corazón, diciéndole: “mi marido me ha ordenado esto, pero yo entiendo que él está en un camino equivocado sirviendo a los dioses falsos y apartando al pueblo del verdadero Dios”.

Quizá, de haber procedido con esta integridad de corazón, el profeta hubiera pronunciado maldiciones en cuanto al rey culpable e hipócrita, pero bendiciones para ella y su hijo. Ninguna lealtad humana debe anteponerse a la sinceridad ante Dios, pero la mujer de Jeroboam fue débil y tan ciega como su marido.

CONCLUSIÓN:

Mira tu corazón, ¿tienes disfraces? ¿Tratas de aparentar ante los hombres algunas virtudes? Recuerda que los hombres miran lo que tienen delante de sus ojos, pero Dios mira el corazón (1 S. 16:7). No trates de engañar a Dios.

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