Mateo 7 21 1000x400(Mateo 7:21-23)

Introducción

He escogido este pasaje porque quiero que nos examinemos cada una a la luz de lo que dice. Son unos versículos muy solemnes y que incluso asustan ¡Habrá mucha gente que piensan estar en el cielo y que se quedarán fuera! “Muchos” v.22.

Hace varias semanas, una persona de la iglesia después de oír la predicación, me comentó que quizás ella no era una verdadera creyente. Y yo enseguida le dije que sí, que claro que sí era. Lleva muchos años en la iglesia, es bautizada, muy fiel etc. Pero creo que mi primera reacción fue muy precipitada, y recapacitando, cambié de dirección y en vez de asegurarle de que sí que era una verdadera creyente, le presenté de nuevo el evangelio y la confronté con lo que implica ser un verdadero creyente.

Esto puede ser un peligro, tener una falsa seguridad de tu propia salvación. Fijaros el contexto de estos pocos versículos. Los versículos anteriores hablan de entrar por la puerta estrecha y que son pocos los que la hallan. También nos alerta de los falsos profetas, que tienen apariencia de cristianos y santos, pero son lobos y por sus frutos se conocerán. Los versículos siguientes de nuestro pasaje nos describen a dos hombres que construyeron su casa, o sea, su vida, sobre diferentes fundamentos, la roca y la arena. Aparentemente son iguales, quizás construyeron con los mismos materiales las casas, pero sus cimientos eran totalmente diferentes.

Por lo tanto, muchos llamados cristianos, que están con los cristianos verdaderos, que conviven con ellos, hablan como ellos, y tienen sus Biblias y las leen, van a la iglesia, y todos parecen igual, pero muchos, no entrarán en el reino de los cielos.

Quiero que no vivamos engañados y que analicemos dónde está basada nuestra casa, si en verdad estoy construyendo sobre la roca. Apliquemos estos versículos a nuestra propia vida. Las personas a las que se dirige nuestro Señor, no eran ateos, o personas que abiertamente no querían saber nada de Dios, ni de su reino. Al contrario, eran personas que aparentemente creían en Dios, confiaban en Él. Habían crecido con el trigo, parecían trigo, pero en realidad eran cizaña, “Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad”.

Vamos a ver varias características de estas personas:

1) Eran personas que tenían una buena doctrina.

Hay muchas personas que tienen un conocimiento de la Palabra muy grande. Tienen una fe muy ortodoxa, v.21. Saben quién es Dios y su Hijo Jesús. Creen que Jesús es el salvador del mundo, pero ellos mismos no son salvos. ¿Cómo puede ser esto? (Santiago 2:19) “Tú crees que Dios es uno; bien haces. También los demonios creen, y tiemblan”. Los demonios conocen la Biblia mejor que tú, creen más que tú, pero tiemblan, no son salvos.

Otro ejemplo lo tenemos con el endemoniado gadareno (Marcos 5:7). El endemoniado reconocía que Jesús era el Hijo del Dios Altísimo, ¡cuánta doctrina, que buena teología!, pero la teología y el conocimiento no te salva. No estoy diciendo que la teología y el conocimiento sean malos, al contrario, deberíamos estudiar más teología y doctrina, pero eso no te llevará al cielo. Lo que te salva no es saber de Dios o de Jesús sino conocerle, o mejor dicho que seas conocido por Dios (Mateo 7:23) “Nunca os conocí”.

2) Eran personas que tenían muchas emociones espirituales.

Estas personas religiosas se emocionaban y se llenaba su boca con el nombre del Señor. Mirad que le llaman dos veces “Señor, Señor” v. 21-22. Hay algunos ejemplos en la Biblia cuando Dios mismo llama a personas mencionando su nombre dos veces. Cuando Abraham va a sacrificar a su hijo Isaac (Génesis 23:11), Moisés en la zarza (Éxodo 3:4), cuando Jesús habla con Marta (Lucas 10:41) porque está muy afanada, y el ejemplo supremo está en la cruz, cuando Jesús mismo llama a su Padre (Mateo 27:46) “Elí, Elí, Dios mío, Dios mío”. Todos estos ejemplos nos hablan de tener una relación con Dios muy íntima, estrecha. Tuvieron experiencias y emociones con Dios muy importantes, que jamás olvidarían.

Los sentimientos son muy importantes, debemos sentir la vida cristiana. Pero no debemos basar nuestra fe y relación con Dios en los sentimientos y emociones, sino en Cristo. Pensar que allá donde hay muchos sentimientos, no quiere decir que allí está el Espíritu Santo. Por ejemplo, si vamos a un concierto de música, las emociones y los sentimientos están a tope, afloran al máximo, pero eso no quiere decir que allí está el Espíritu Santo.

Las personas que basan su fe como estas, en sus emociones, ¿qué pasa cuando no sienten nada? ¿Han perdido la salvación? Cuando dicen “El culto no me emociona, el Espíritu Santo no está aquí, ya no siento a Dios como antes, etc.”. Las emociones nunca están satisfechas, siempre quieren más. No confundamos, el Espíritu Santo te mueve a emociones, pero no todas las emociones son del Espíritu Santo. El Espíritu Santo te va a hablar por la Palabra de Dios, Él va a actuar a través de ella, pero no a través de las emociones.

Muchos decían “Señor, Señor”, pero Jesús les dijo, “nunca os conocí”.

3) Eran personas que hicieron muchos milagros y señales.

Fijaros en el v. 22, si lo sacáramos fuera del contexto, diríamos que está hablando de un apóstol o un verdadero creyente ¿verdad? “¿No profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros? ¿Cómo no vamos a ser salvos, si hemos hecho todas estas cosas, y además en tu nombre? ¡No nos engañemos, claro que puedes tener todo esto y no ser salvo al final! Las señales y los milagros no son muestra de que somos salvos.

Veamos algunos ejemplos de la Escritura: Los hechiceros de Egipto con Moisés también convirtieron el bastón en una serpiente (Éxodo 7:11-12). En la plaga de sangre, los hechiceros de faraón también convirtieron el agua en sangre (Éxodo 7:22). Judas, el traidor también fue con los doce predicando el evangelio y haciendo milagros y señales (Lucas 9:1,6). Cuando regresan los 70 que envió el Señor a predicar de dos en dos, se gozaron de que los demonios se les sujetaban, sin embargo Jesús les dijo que no se regocijaran por eso sino de que sus nombres están escritos en los cielos (Lucas 10:17-20).

Por lo tanto tu confianza, tu fe, tiene que estar basada no en los milagros y señales que pudieras hacer, sino en Cristo, que es nuestra roca.

Todas estas personas tenían buena doctrina, buenas emociones espirituales y hasta incluso hacían milagros, pero estos no entrarán en el reino de los cielos. Todo esto lo hacían por vanagloria de sí mismos.

No le digas al Señor, “Señor, Señor” y luego no le reconoces en tu vida ni en tus caminos. “Este pueblo de labios me honra; mas su corazón está lejos de mí” (Mateo 15:8). Debemos guardar su Palabra (1º Juan 2:3-6).

Conclusión y aplicación

Visto lo visto, solo nos queda preguntarnos, entonces ¿quién entrará en el reino de los cielos? El versículo 21 nos lo dice: El que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos (Juan 6:37-40). La voluntad del Padre es que creamos en su Hijo, en su sacrificio en la cruz, no en doctrinas, emociones o milagros, sino en Él como nuestro único fundamento de nuestra salvación.

Las personas del pasaje que estamos estudiando mostraban piedad, eran muy religiosas, imaginando que eran salvos, aunque su corazón no estaba allí. No tienen vida, no tienen gracia, lo que dicen son palabras vacías que vienen de corazones vacíos. Profesan creer en Cristo y viven vidas de pecado y contradicción.

En 2º Corintios 13:5, Pablo nos exhorta a examinarnos a nosotros mismos, para ver si estamos en la fe. Por lo tanto yo te reto en esta tarde a que examines tu corazón, porque lo que está en juego no es ni más ni menos que tu propia salvación o condenación, si irás al cielo o al infierno, si estarás dentro del reino o fuera. Lo único que te hace aceptable delante de Dios es una obediencia a su Palabra, que es el resultado de un arrepentimiento y fe genuina en Jesucristo.

En los versículos siguientes a nuestro pasaje, la única manera de saber qué casa tenía verdaderos cimientos, no es hasta que llega la tormenta. La tormenta manifiesta la verdad del corazón. Entonces sabremos quién es el sabio y el necio. Es como el trigo y la cizaña, solo se sabrá quién es quién en el tiempo de la cosecha, de la siega, y ese será el día del juicio. Allí se hará la separación. ¿Cuándo se enteraron estas personas tan religiosas que no entrarían en el reino de los cielos? El día del juicio, no antes (Mateo 25:32)

Se enorgullecen de su ortodoxia, pero no tienen amor por la Palabra ni por obedecerla. Si le llamas Señor, debes someterte a Él y obedecerle. Examina tu corazón con mucho cuidado.

Si eres un verdadero creyente, por los frutos se verá. Debe haber un amor por el Señor no solo de palabra sino de hechos. Debe haber santidad en tu vida y crecimiento. Solo entonces Dios podrá decirte:”Venid, benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo” (Mateo 25:34).

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