hqdefault 1MIQUEAS 7:18-19

Introducción

Aunque hemos leído todo el capítulo 7, me gustaría centrarme en los versículos 18 y 19: “¿Qué Dios como tú, que perdona la maldad, y olvida el pecado del remanente de su heredad? No retuvo para siempre su enojo, porque se deleita en misericordia. Él volverá a tener misericordia de nosotros; sepultará nuestras iniquidades, y echará en lo profundo del mar todos nuestros pecados”.

No me gustaría sacar de contexto estos dos versículos, por eso permitidme que los contextualice en la historia del pueblo de Israel.

El autor de este libro es Miqueas, que su nombre significa “¿Quién como Jehová?”. Fue un profeta de origen campesino de Moreshet (Miqueas 1:14), una pequeña aldea a 30km. suroeste de Jerusalén. Era contemporáneo de los profetas Isaías (1:1), Oseas (1:1) y Amós (1:1), aunque Isaías desarrolló su ministerio unos años antes que Miqueas.

En el capítulo 1:1, nos señala el tiempo en que Miqueas vivió, y en el cual Dios le dio sus mensajes para Samaria y Jerusalén. Su ministerio puede que durara entre unos 30 o 35 años, ya que se mencionan tres reyes: Jotam, que reinó 16 años, luego le siguió Acaz que reinó 19 años y por último Ezequías que reinó 29 años. Si empezó cuando Jotam ya estaba en el trono, su ministerio fue largo en verdad.

Ejerció su actividad en Judá, pero dirigió sus mensajes a Israel, el reino del norte. El libro de Miqueas consta de tres partes: capítulos 1-3, 4-5 y 6-7. Cada mensaje comienza con la amonestación a “oír” (1:2; 3:1; 6:1).

El mensaje de Miqueas fue para ambos pueblos, Israel y Judá, y se dirigía principalmente a sus capitales, Samaria y Jerusalén. En cada mensaje pasa por el castigo del pueblo a causa de su pecado a la esperanza por el pacto que hizo Dios a Abraham y a Jacob.

Miqueas se refirió a Jerusalén como “lugar alto”, nombre común que se le daba al lugar de adoración a dioses paganos (1:5), predicando así, que el juicio que cayó sobre el Reino del Norte caería ahora sobre Judá por causa de su desobediencia a Dios.

No todo el libro de Miqueas es juicio y castigo. Miqueas ve una luz en las tinieblas, ve a Dios que gobierna sobre todo acontecimiento, que castigó a su pueblo solo para purificarlo y restaurarlo.

Predice la venida de Jesús, el Mesías, que vendrá a salvar a Israel (7:8). Miqueas vio cómo aceptar y sobrellevar la ira divina. La ira de Dios pasa, pero su benignidad es eterna. Aun en su ira hay compasión.

Miqueas proclama juicio y misericordia

Dios envía profetas para mostrar a las personas sus pecados, y con su pecado, los profetas proclamaron juicio y misericordia. Así es como lo encontramos en toda la Biblia: juicio y misericordia. Dios es santo y justo, y envía su juicio a los pecadores, pero también es un Dios misericordioso y paciente y rescata de su juicio a los pecadores (4:10).

Dios enviará a su pueblo a Babilonia en juicio, y les traerá de vuelta a su tierra en misericordia.

Situación espiritual y moral de Israel

Veamos cómo era la situación del pueblo en tiempos de Miqueas. Vamos a ir mirando desde el capítulo 7 versículo 1:

V.1-2: Miqueas no pudo encontrar ni un hombre justo ni misericordioso.

v.3: Los poderosos, príncipes y jueces juzgan por dinero y recompensa.

v.4: El mejor de ellos es como el espino o el zarzal, pero su castigo vendrá, y será juzgado rectamente por lo que es y ha hecho.

v.5: Esos tiempos serán tan malvados, que no podías fiarte ni confiar en nadie, ni en el que dice ser tu amigo ni en tu mujer misma.

v.6: Los enemigos serán los de tu propia casa, por causa del evangelio.

v.7: Miqueas confiará y esperará solo en el Dios de su salvación. Él es el único en el que se puede confiar, no nos fallará.

v.8: El pueblo cayó y moraban en tinieblas.

v.9: El mismo Miqueas confiesa su pecado “porque pequé contra él”, “Hasta que juzgue mi causa” y “Haga justicia”, estamos en manos de Dios, Él hace a su tiempo y Él nos justificará.

v.14: Habían estado por mucho tiempo sin pastor o sin líder espiritual.

Todo esto os es familiar, parece como si estuviera describiendo nuestra sociedad y situación.

Después Miqueas dice que vendrán los babilonios y se llevarán al pueblo cautivo, pero que Dios los volverá a traer a su tierra y a restaurarlos.

¿Qué Dios como tú?

Cuando Miqueas escribió todo esto, el futuro parecía sin esperanza; sin embargo, él acaba su profecía con esperanza, porque conocía a Dios, conocía su carácter y confiaba en Él completamente.

Creo que podemos decir que la situación hoy día es muy parecida a la que estaba viviendo el pueblo de Israel y Miqueas. Hay mucha maldad y pecado en nuestra sociedad, y lo más triste es que la iglesia, el pueblo de Dios está cayendo en esos pecados también.

Ahora bien, no importa lo oscuro que sea el día, la luz de las promesas de Dios todavía están brillando. No importa qué confusas y temerosas sean nuestras circunstancias, el carácter de Dios permanece igual. Tenemos todas las razones para confiar en Él.

El profeta exclama aquí en los versículos 18 y 19 que Dios debe ser glorificado especialmente por esto, que Él es misericordioso con su pueblo, ¿qué Dios como tú? No quiere decir que haya otros dioses, sino que muestra que el único y verdadero Dios puede ser distinguido de todos los ídolos por esta característica: que de pura gracia perdona el pecado e iniquidad de su pueblo (Éxodo 15:11; Salmo 103:8-12; Isaías 43:25).

Dios no es solo un Dios misericordioso, sino que se deleita en misericordia. Hay personas que se deleitan con la música o en el arte, y disfrutan oyendo, viendo y practicando. ¡Qué Dios tenemos que se deleita en misericordia! Disfruta y se goza cuando extiende su mano al culpable pecador y le dice: “Ven a mi, y vivirás”. Se deleita en misericordia.

Que Dios se deleita en misericordia, es claro, por el hecho de que a menudo después de que su ira se ha encendido por el pecado del hombre, luego lo ha perdonado cuando se arrepiente.

Veamos algunos ejemplos en la Palabra de Dios: Cuando Dios quiso destruir en el desierto al pueblo de Israel por su pecado, y Moisés oró e intercedió por ellos, y fue movido a misericordia y no lo hizo, y los perdonó.

Cuando incluso el rey malvado Acab se humilló ante Dios, le dijo a Elías: “¿No has visto cómo Acab se ha humillado delante de mí?” y no lo destruyó ni a su casa, por su misericordia.

Y la gran ciudad de Nínive, por su maldad, Dios dijo que en 40 días sería destruida, pero cuando la ciudad entera se humilló ante Dios, ayunaron y se arrepintieron, Dios no destruyó la ciudad, sino que la perdonó. Jonás mismo sabía que no la destruiría “porque sabía yo que tú eres Dios clemente y piadoso, tardo en enojarte, y de grande misericordia, que te arrepientes del mal” (Jonás 4:2).

Incluso guardó su hacha para cortar el árbol, y quiso dejarlo un año más. ¿Por qué todo esto? Porque se deleita en misericordia.

Algunas objeciones

Si Dios se deleita en misericordia ¿por qué hay algunos que se pierden? Dios no es siempre misericordioso. Mira cuando tragó la tierra a Acán y su familia, la destrucción de Sodoma y Gomorra. Si estas maldades no se hubieran frenado, el pecado se habría extendido y sería mucho peor.

Hay misericordia en el cirujano que ve veneno en la mano y la tiene que cortar para que no se extienda por todo el cuerpo, y esto es lo que hizo Dios con Sodoma y Gomorra. Muchas de esas cosas que vemos como castigos o juicios severos, son solo misericordias disfrazadas, como dijo Spurgeon.

Algunas personas dirán: “Como Dios es tan misericordioso, no importa si pecamos, al final nos salvará”. Si piensas así es que no has entendido el evangelio. Es verdad que Dios perdona la maldad y el pecado, pero lo hizo en su Hijo Jesucristo, cada pecado nuestro es lo que le llevó a la cruz. Si realmente conocemos a Dios nos dolería mucho y en lo más profundo cada pecado que cometemos.

Otros dice:”Bueno, cuando llegue el día de mi muerte como Dios es misericordioso, oraré y clamaré a Él y me perdonará”. Ahora bien, ¿cómo sabes que tendrás un lecho de muerte, y una oportunidad de arrepentirte? Puede que mueras en un accidente de tráfico, o de un infarto en la calle o el trabajo. No sabemos cómo ni cuando. Solo en la Biblia se nos señala un caso de alguien que pudo clamar al Señor en su muerte, el ladrón en la cruz. Como un famoso predicador comentó, Dios nos dejó este acontecimiento para que no desesperáramos, pero solo uno para que no confiemos en ello.

Hoy es el día de ponerse a cuenta con el Señor, no hay que endurecer nuestro corazón. El que Dios se deleite en misericordia no quiere decir que tengas que despreciar a Cristo y su obra. Ese perdón, ese olvido de nuestro pecado, ese echarlo en el fondo del mar, todo es por medio de Jesús. No hay otra manera, ni otro camino, ni otro nombre. Solo en Egipto los que tenían los dinteles de las puertas pintadas con la sangre del cordero eran salvos, los que no, no.

Aplicación

Si Dios se deleita en misericordia y no en sacrificio, entonces hablemos a la gente de este gran Dios para que también lo conozcan.

Si nosotras somos sus hijas, también debemos deleitarnos en misericordia, se como Él, y deja que la misericordia sea tu deleite. Se misericordioso con todos, los que conocen al Señor y los que no, con los pobres, los ignorantes, con los culpables incluso. No seas el primero en tirar la piedra porque el Maestro no la condenó.

Sé misericordioso como el Señor lo ha sido contigo. Nunca digas que no perdonarás a alguien, porque si es así tus oraciones y ofrendas son una abominación a Dios. Si tienes algo contra tu hermano, antes de ir a dormir hoy ponte a bien y en paz.

Si nuestro Dios se deleita en misericordia, nosotros también debemos deleitarnos en misericordia.

Solo podemos asombrarnos y maravillarnos del gran Dios que tenemos, por eso decimos con el profeta “¿Qué Dios como tú?”. A Él sea la gloria.

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