aquila y priscilaIntroducción

Priscila es la única mujer en la Biblia que cada vez que se la menciona, siempre va unida a su marido Aquila. Seguro que hemos conocido matrimonios que nos han impactado por su servicio al Señor. La mayoría de las veces casi siempre es el marido o la esposa la que nos impacta con su carácter y servicio al Señor, pero cuando miramos la vida de Priscila no podemos hacerlo sin unirla a la de su marido. Los dos eran de un mismo sentir y trabajaban codo a codo en la obra de Dios.

Priscila en realidad, era el diminutivo de Prisca, que significa “primitiva”. El único versículo que encontramos su nombre “Prisca” es en 2 Timoteo 4:19. Esto quizás nos dice mucho de la cercanía de Priscila con la gente que la conocía, cuando hay confianza y amistad solemos llamarnos de una manera más cariñosa y familiar. También es interesante que de las 6 veces que se menciona el nombre de este matrimonio, 4 veces el nombre de Priscila aparece en primer lugar. Sin especular, podemos decir que Priscila quizá tuviera más conocimiento o fuera más activa que su marido.

Vamos a ir viendo todos los pasajes y versículos que se menciona a Priscila en la Biblia para conocerla mejor.

Su oficio era fabricar tiendas (Hechos 18:1-3)

En Hechos 18:1-3 se nos dice que Aquila y Priscila estaban viviendo en Corinto, aunque Aquila originalmente era del Ponto, lo que hoy sería la actual Turquía. Pero antes de llegar a Corinto vivían en Roma, y por mandato del emperador Claudio, se desató una expulsión de los judíos de Roma. Por lo tanto Aquila y Priscila tuvieron que salir y encontraron refugio en la gran ciudad de Corinto, pudiente colonia romana, para comenzar una nueva etapa en sus vidas.

El matrimonio se dedicaba para ganarse la vida a fabricar tiendas de campaña. No era un trabajo únicamente de Aquila, el marido, sino Priscila su mujer también trabajaba en el negocio familiar.

El apóstol Pablo en su segundo viaje misionero, llegó a Corinto y allí los conoció. Se quedó a vivir con ellos y trabajaban juntos, ya que Pablo para mantenerse algunas veces trabajaba con sus propias manos haciendo tiendas, tenía la misma ocupación que Aquila y Priscila.

Su gran hospitalidad (Hechos 18:3, 11)

La verdad es que no sabemos cuándo y cómo se convirtieron Aquila y Priscila en verdaderos cristianos, pero aquí los vemos recibiendo en su casa al apóstol, que iba a influir tanto en sus vidas. Pablo estuvo viviendo con ellos un año y medio (Hechos 18:11).

El apóstol enseñaba y discutía en las sinagogas y persuadía a judíos, a griegos y gentiles (v. 4-10). ¡Qué privilegio tan grande de tener a Pablo viviendo bajo el mismo techo que tú! Aquila y Priscila aprenderían mucho de él, no solo de su enseñanza de la Palabra sino de cómo predicar y evangelizar a los judíos y gentiles. Orarían por él y con él.

Aquí podemos ver la influencia de un discipulado personal. La enseñanza pública es lo que Dios manda en su Palabra y no debemos descuidarla, pero la enseñanza y el ejemplo personal, tampoco podemos dejarlo a un lado. La influencia en las personas es tremenda. Tenemos algunos ejemplos en la Biblia: Moisés con Josué, Elías con Eliseo, Elí con Samuel, el Señor Jesús con sus apóstoles y las mujeres que le seguían etc. El discipulado de tú a tú o con pocas personas es algo bíblico y esencial.

¿Estás siendo tú usada para discipular a otros hermanos? No se necesitan grandes estudios, sino un conocimiento profundo de la Palabra de Dios y un amor por las almas y por enseñarles lo que significa ser un verdadero discípulo del Señor. Debes ser un ejemplo en palabra y vida, si no eres consecuente en alguna de las dos, no será un discipulado efectivo.

Su ministerio en Éfeso (Hechos 18:18-20)

Después de estar en Corinto, Pablo va a Éfeso a seguir predicando el evangelio, pero esta vez no va solo. Le acompañan Aquila y Priscila, y Pablo, los deja a cargo de la obra y cuidado de los creyentes en Éfeso. Sabe que puede confiar en ellos, sabe que están preparados para el ministerio, sabe muy bien el calibre espiritual de este matrimonio y puede irse confiado de que la obra en Éfeso está en buenas manos, humanamente hablando, porque la obra es del Señor de principio a fin.

Cuando mejor se conocen a las personas es viviendo unos días con ellas. En reuniones y visitas todos podemos dar una imagen que no es la verdadera, pero al vivir y compartir bajo el mismo techo con alguien por un tiempo, allí se verá qué tipo de persona es y cómo vive su fe en cada área de su vida. No nos engañemos, somos no lo que se pueda aparentar en la iglesia, sino lo que somos cuando estamos en casa, relajados, o con nuestro trato y relación con los demás miembros de la familia. Ahí se ve cómo es uno en realidad.

Aquí vemos a Priscila unida a su marido, siendo una en mente y corazón, sirviendo al Señor. Que privilegio que Pablo los reconociera cómo dignos de servir a Dios en Éfeso, y ahí los vemos, abriendo su casa para iniciar una iglesia.

Maestros sabios (Hechos 18:24-28)

Si seguimos leyendo un poco más en Hechos 18, encontramos a un hombre, Apolos, de Alejandría, que llegó a Éfeso. Se nos dice de él que era un “varón elocuente, poderoso en las Escrituras, de espíritu fervoroso, que hablaba y enseñaba diligentemente concerniente al Señor”. La verdad es que se dicen muchas cosas y todas buenas de este Apolos, pero, el texto bíblico nos deja con una preocupación: “Aunque solamente conocía el bautismo de Juan”.

Tenía su conocimiento de las Escrituras como ninguno, pero se había estancado en el bautismo de Juan, quizás por ignorancia, su enseñanza no era completa.

Aquí tenemos una lección muy importante que tenemos que aprender todos. Aquila y Priscila le oyeron predicar, y se dieron cuenta de su problema, pero no lo juzgaron ni lo corrigieron públicamente. Ellos sabían que Apolos enseñaba la verdad y el evangelio pero no era suficiente, había que aclararle y enseñarle todo el consejo de Dios. ¿Cómo lo hicieron?

Priscila y Aquila lo llevaron aparte, puede que a su casa, y le expusieron más exactamente el camino de Dios. No lo avergonzaron públicamente, sino que vemos a Priscila juntamente con su marido enseñando a Apolos en privado. ¡Qué sabiduría y tacto tuvieron los dos! Que podamos aprender de estos detalles que nos muestra la Escritura.

Sabemos que la mujer no puede tener el puesto de pastor, pero eso no quiere decir que no pueda enseñar a otros, incluso a hombres, pero de manera privada (1 Timoteo 2:11-12).

Pablo en su tercer viaje misionero, vuelve a Éfeso, y de allí, escribe su primera carta a los corintios, y en sus saludos finales, vuelve a mencionar a Aquila y Priscila con la iglesia que está en su casa (1 Corintios 16:19).

Su servicio continúa en Roma (Romanos 16:3-5)

El apóstol Pablo cuando escribió la carta a los Romanos, en su despedida y saludos personales, podemos leer que manda saludos a Aquila y Priscila. Los llama colaboradores en Cristo Jesús, reconoce en ellos un compañerismo en la obra, una ayuda idónea para él.

Que ánimo es para cualquier siervo del Señor el tener hermanos que le ayudan en la predicación del evangelio, en la evangelización, en el ministerio en general. La labor del obrero es muy solitaria, siempre está en el foco de mira. Tiene problemas con los inconversos por la dureza de sus corazones, le duele la falta de respuesta de la gente al evangelio. Pero también tiene problemas dentro de la iglesia, si algo sale mal, es culpa del pastor o líder, mucha gente le exige en su trabajo, y hay que hacerlo; pero que pocos están dispuestos a echar una mano, práctica y espiritual. Los pastores necesitan las oraciones de la iglesia, necesitan el apoyo y el ánimo de la iglesia (Hebreos 13:17; Efesios 6:19-20; Colosenses 4:11; 2 Timoteo 10:18).

Se ve que después de la muerte de Claudio, el emperador romano, Aquila y Priscila volvieron a Roma. Allí también siguieron con su labor de predicar el evangelio y unánimes como lo habían hecho en Corinto y en Éfeso, vuelven a abrir su casa para que se reúna la iglesia.

Pablo reconoce que este matrimonio expuso su vida por él, literalmente quiere decir que “pusieron sus cuellos por él”. No solo que le salvaron la vida, sino que ellos mismos corrieron peligro por ayudar a su amigo Pablo. ¡Qué relación tan buena, tan íntima y tan fiel tenían entre los tres! Pablo les da las gracias, pero el testimonio de Aquila y Priscila fue tan conocido y tuvo repercusión en tantos creyentes, que también todas las iglesias de los gentiles los conocían y estaban agradecidos.

¿Qué dicen los demás creyentes de nosotros, de ti en particular? ¿Cómo es tu testimonio? ¿Dejas huella para bien o para mal? ¿Se acuerdan de ti los creyentes de otras iglesias para bien o para mal? Recuerda que lo que siembras, recogerás.

De vuelta a Éfeso (2 Timoteo 4:19)

Años más tarde Pablo, ya mayor y a punto de morir, escribió una segunda carta a Timoteo que para aquel entonces estaba trabajando en Éfeso. Aparentemente Aquila y Priscila se habían mudado otra vez a Éfeso porque Pablo pidió a Timoteo que los saludara al igual que a otros, de su parte. No se sabe nada más de ellos.

Podemos imaginar que no tuvieron hijos, porque no se menciona en ninguna parte. De ahí también su flexibilidad y facilidad para viajar y mudarse de un sitio a otro sin que fuera problema, cuando un matrimonio tiene hijos, es más difícil estar mudándose constantemente de ciudad.

Aplicación

No sabemos nada más de Priscila y su marido Aquila, ni de cómo murieron, aunque la tradición dice que Priscila murió como mártir echada a los leones, pero no podemos dar mucha fidelidad a estos datos.

Lo importante de esta mujer no es cómo murió, sino cómo vivió. Recapitulemos: en primer lugar fue una verdadera cristiana y discípula de Jesús. Se apegó a Cristo y a uno que podía enseñarle más de Jesús, a Pablo. Ayudó a muchos, como por ejemplo a Apolos, a hacer lo mismo. Fue fiel a los cristianos hasta el punto de arriesgar su vida por ellos. Abrió su casa para la obra del Señor, y por último, trabajó como una sola alma con su esposo Aquila. Necesitamos matrimonios así, como ellos.

Por lo tanto ¿cómo estás viviendo? Comienza a vivir una nueva vida como una verdadera hija de Dios, y damos gracias a Dios por el ejemplo que tenemos en esta mujer, Priscila.

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