elperdonIntroducción (Filemón)

Esta carta fue escrita por Pablo cuando estaba preso en Roma, estando en su propia casa alquilada, y predicaba el evangelio regularmente a los que le visitaban.

Era muy común empezar las cartas con el nombre de la persona que escribía, ya que eran pergaminos enrollados y si querías saber el autor de ella tenías que esperar al final para saberlo. Por ello, era común que el nombre del emisor estuviera en el comienzo de la carta y no al final.

Parece ser que esta carta fue escrita y enviada por la misma persona que la epístola a los Colosenses, ya que estaban con el apóstol las mismas personas al tiempo de escribir ambas cartas (Filemón 23-24; Colosenses 4:10-14).

Filemón era colosense, ya que su siervo Onésimo era uno de los colosenses (Colosenses 4:9).

Saludos y receptores de la carta (1-3)

Pablo se presenta como prisionero de Jesucristo, porque la causa de sus prisiones no era por algún delito contra nadie, sino por predicar el evangelio de Jesucristo. En ningún momento se avergüenza de sus cadenas, sino todo lo contrario, era un privilegio sufrir por Cristo. También se unió a esta carta el hermano Timoteo, que estaba con Pablo en la casa donde se encontraba encarcelado en Roma, el cual era bien conocido por Filemón.

Hay tres receptores en esta carta:

- Filemón: Filemón era un hombre que se convirtió a través del ministerio de Pablo, aunque Pablo nunca estuvo en Colosas Pero Pablo cuando estuvo en Éfeso se quedó allí durante tres años y el evangelio se extendió por todo Asia Menor. Pablo lo llama colaborador nuestro, implicando que Filemón estuvo de alguna manera ayudando a Pablo y al equipo que iba con él en la obra del Señor. No nos dice a qué se dedicaba pero quizás era un hombre de negocios. Lo que sí podemos afirmar es que era un hombre rico para aquellos tiempos, porque tenía esclavos y una casa grande, donde la iglesia se reunía (2). Pablo habla de él de una manera afectuosa y amigable, llamándole “amado”.

- Apia: no se sabe mucho más de esta mujer Apia, sino que era una creyente y amada por Pablo como hermana en la fe. Al mencionarla justo después de Filemón se piensa que puede ser su esposa, y la mayoría de los comentaristas así lo afirman.

- Arquipo: Ya que lo nombra el último, parece que era el hijo de Filemón y Apia, y al llamarlo Pablo “compañero de milicia”, era como el líder espiritual o el pastor de la iglesia en Colosas (Colosenses 4:17).

Por lo tanto vemos a una pequeña familia de creyentes formada por un matrimonio que ofrecen y abren su casa para que se reúna la iglesia y, un hijo en el ministerio. Pablo los tenía a los tres en gran estima.

- A la iglesia que se reunía en su casa: Pablo quiere que la carta sea leída en la iglesia para hacerla partícipe de todos y que Filemón rinda cuentas a la iglesia, y a la vez, la iglesia pueda aprender la lección del perdón.

Pablo saluda como en la mayoría de sus cartas deseando gracia y paz de Dios y de parte de su Hijo Jesucristo.

Filemón, hombre de fe genuina (4-7)

Pablo era un hombre de oración y a menudo daba gracias a Dios por las iglesias y los creyentes, pero al mismo tiempo oraba por ellos. Así debemos hacer nosotros.

Pablo alaba la fe y el amor de Filemón, tiene un buen testimonio y los que le conocen hablan así de él. La fe genuina tiene que producir amor hacia los hermanos en primer lugar y hacia los perdidos. En estos cuatro versículos Pablo reconoce el carácter cristiano de Filemón, cómo muchos creyentes han sido confortados por él. Somos salvos por la fe, pero para buenas obras. ¿Has confortado últimamente a algún hermano o hermana? ¿Qué es confortar? Dar alivio, consuelo y fortaleza a los necesitados. Cuando los demás hablan contigo, ¿se van más aliviados, consolados y fortalecidos? Que el Señor nos use para aliviar las cargas de los demás.

Antes inútil, ahora útil (8-14)

¿Cuál es la historia? ¿Qué había pasado? Onésimo, siervo de Filemón, había robado a su amo y se había escapado de la casa y huyó a Roma. Quizás pensando que en la capital del Imperio con tanta gente pasaría más desapercibido y nadie le reconocería. En Roma de alguna manera, aunque no sepamos cómo, está en contacto con Pablo y bajo su predicación y ministerio, Onésimo se convierte y tal es el cambio en su vida que aun Pablo quisiera retenerlo con él para servirle (13), pero lo devuelve a Filemón. Esta carta es enviada por la misma mano de Onésimo, y Pablo ruega a Filemón que reciba a Onésimo no ya como un siervo, sino un hermano en la fe, y es más, Pablo se atreve a decirle que lo reciba como si fuera él mismo.

Onésimo, como esclavo fugitivo su situación era muy grave, en aquellos tiempos si pillaban a un esclavo huido lo castigaban cruelmente y a muchos le quitaban la vida. A otros, los marcaban con una F de “fugitivo” en fuego, en la cabeza.

Onésimo había sido transformado por completo, pero Pablo sabía que no tenía muy buena relación con Filemón, y ahora como creyente, Onésimo tiene que pedir perdón y restaurar esa relación, cueste lo que cueste. Quizás habían pasado años desde que ocurrió, pero Onésimo era un fugitivo y un ladrón. Sabía que tenía que volver a Filemón y pedir perdón y arreglar la relación. Que mejor oportunidad que esta, Pablo había escrito cartas para los colosenses y efesios, e iba a mandar Tíquico para llevarlas, así enviaría también a Onésimo con él (Colosenses 4:7-9).

¿Hubieras tú perdonado a Onésimo? Aquí hay un gran principio, si Cristo ha perdonado a alguien, nosotros también debemos perdonarle. Seguro que no fue fácil para Filemón, pero aunque no tenemos el siguiente capítulo de la historia, seguro que lo hizo, y le perdonó.

¡Es una historia fascinante! Vamos a desgranar un poco cada versículo. Pablo intercede por Onésimo ante Filemón, y aunque es un deber de todo cristiano perdonar a los que se arrepienten, Pablo con todo derecho podría haber usado su autoridad para así mandárselo a Filemón, pero no. Pablo le ruega por amor, esa debe ser la verdadera motivación para todo perdón y buena obra, el amor a Dios, a los hermanos y a los demás. Habla de Onésimo como su hijo que engendró en las prisiones, no solo por el afecto que le tenía sino porque era su padre espiritual, se convirtió bajo su predicación.

En el pasado Onésimo fue inútil para Filemón, un mal siervo, rebelde, pero ahora, después de su conversión a Cristo, es útil a Pablo y a Filemón. Aquí el apóstol hace un juego de palabras porque Onésimo significa útil, y antes no hacía honor a su nombre, pero después de ser redimido, perdonado y transformado, era útil para todos.

Pablo pide que Filemón lo reciba como si fuera a él mismo, con todo el amor y respeto. Si hubiera sido por él, lo hubiera retenido, pero Pablo no quería hacer nada sin consultarle a él primero. Qué humildad está mostrando Pablo aquí, no impone su autoridad, aunque podría hacerlo, deja que sea Filemón el que decida si quiere retener consigo a Onésimo o devolverlo a servir a Pablo, pero que se haga voluntariamente y no por obligación.

Ponlo a mi cuenta (15-25)

En el versículo 15 vemos la providencia de Dios en todo este asunto. Pablo quiere mostrar a Filemón que si Onésimo no se hubiera escapado de su casa, ahora no volvería cambiado y perdonado.

Aquí tenemos una gran lección que aprender, a primera vista cualquier problema o aflicción que podamos estar sufriendo no escapa a la buena providencia de Dios. Dios estaba llevando a cabo su soberana voluntad en salvar a Onésimo, aunque de hecho, todo fue muy desagradable.

Pablo le pide a Filemón que reciba a Onésimo no ya solo como un siervo, que lo era, sino como a un hermano, e incluso va más allá, y le pide que le reciba como a él mismo. Filemón tiene que perdonarle y recibirle como a un verdadero creyente.

Fijémonos en el v.17, es el puro evangelio, Pablo se atreve a pedir a Filemón que si Onésimo le dañó y le robó en algo que lo ponga a su cuenta, que él se lo devolvería, “cárgamelo a mí”. ¿No es esto lo que ha hecho Dios con nosotros a través de su Hijo Jesús? Todos nosotros somos pecadores y hemos ofendido a Dios de miles de maneras, nuestra cuenta en el banco está en números rojos. Nosotros no podemos hacer nada para devolver la deuda a Dios, aunque tuviéramos mil vidas. Pero viene Cristo y todos nuestros pecados y deudas para con Dios, Él los paga en la cruz por nosotros, y así el Padre queda satisfecho con la paga de su Hijo, Él dice “Cárgamelo a mí, a mi cuenta” (Isaías 53:3-6). Él cargó con nuestros pecados para que a nosotros no se nos imputen.

Pablo le dice a Filemón que si Onésimo le debe algo materialmente, el mismo Filemón le debe la vida a Pablo.

Si Filemón quiere darle gozo a Pablo, lo que tiene que hacer es recibir a Onésimo como a su hermano en la fe y perdonarle todo, porque Dios ya le ha perdonado a él.

Esta es la actitud que todo creyente debe de tener, no solo hacer las cosas por deber u obligación sino por amor a Cristo y a su iglesia.

Pablo tiene la confianza de pedirle que le prepare alojamiento porque espera que pronto fuera puesto en libertad y pudiera visitarles. Pablo se despide dando saludos de los que estaban allí con él. Desea que la gracia, el favor y bendición del Señor Jesucristo esté con él.

Concusión y aplicación

Vivimos en una sociedad donde el perdón brilla por su ausencia. Es más me atrevo a pensar que se ensalza “el no perdonar”. Pero para un cristiano esto es impensable, nuestra vida cristiana está basada en el perdón, empezando por nuestros propios pecados. Dios nos ha perdonado en su Hijo, ahora nosotros debemos perdonar a los demás, como Él lo ha hecho con nosotros.

Si no perdonamos las ofensas de los demás, como consecuencia habrá amargura en nuestros corazones, y siempre estará el recuerdo de traer a la memoria las ofensas que nos han hecho. La amargura es un pecado que puede infectar todo nuestro ser. Necesitamos perdonar y pedir perdón, y cuando uno perdona, se olvida de la ofensa y no la vuelve a traer más a la luz. Así es como Dios nos trata (Miqueas 7:18-19).

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