“Por tanto, id, y haced discípulos a todas la naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.” (Mateo 28: 19)

La Escritura enseña que Dios, siendo uno existe eternamente en tres personas, siendo cada una completamente Dios. La palabra trinidad no se encuentra en la Escritura, pero la verdad que expresa sí se puede ver explícitamente.

Sabemos que las verdades y plan de Dios se revelan de forma progresiva, así en el Antiguo Pacto (testamento) encontramos que Dios se expresa de forma plural (Gen.1:26) (Is.6:8), que Dios habla a Dios (Sal.45:6-7) para luego revelar que Dios Hijo (Heb.1:8). Se puede ver ya en aquel entonces la colaboración en la divinidad (Is.48:16; 61:1).

En el Nuevo Pacto ya tenemos pasajes plenamente trinitarios, es decir las tres personas obrando conjuntamente (Mt.3:16-17) (1 Cor.12:4-6) (1 Ped.1:2). A cada uno se le llama por nombre, se le da una personalidad y obra concreta y se le considera Dios. Con respecto al Hijo (Jn.1:1-2) (1 Jn.5:4, 12,13) (Tito 1:3-4). Con respecto al Espíritu Santo (Jn.14:26; 16:7) (Rom.8:27). Con respecto al Padre (Jn.20:17). Cada uno muestra una obra personal concreta, así el Espíritu Santo es consolador (Jn.14:16; 16:7) y maestro (Jn.14:26; 15:26), y el Hijo es el siervo sufriente, redentor, para satisfacer la justicia del Padre, pero cada uno es de manera independiente completamente Dios; el Hijo (Jn.20:28) (Rom.9:5) (Filip.2:6) y el Espíritu Santo (Hech.5:3-4) (1 Cor.3:16).

Quizá el pasaje más claro (Mt.28:19) nos diga que en un solo nombre las tres personas nos comisionan la proclamación de la redención.

Oración

“Dios mío gracias te doy por ser para mí, Padre, Salvador y Consolador”.