devocional la inmutabilidad de Dios“Porque yo Jehová no cambio; por esto, hijos de Jacob, no habéis sido consumidos.” (Malaquías 3: 6)

La Escritura enseña que Dios es inalterable en su ser, en su carácter y por tanto, en sus propósitos. Con esto queremos decir que a diferencia de nosotros que cambiamos en nuestro organismo (de niño a anciano) él es el mismo desde siempre (Salmos 102:25-27). No hay nada que altere su “sustancia” (Hebreos 1:3) ni para mejor ni para peor.

Nuestro carácter se ve afectado por lo que experimentamos, y pasamos del amor al odio, de lo apacible a lo insoportable con tremenda facilidad. Dios no cambia, es su carácter, odia lo que odia y ama lo que ama, nuestros cambios o contradicciones no modifican sus decisiones (Malaquías 3:6).

A un nivel más amplio podemos decir entonces que sus planes eternos son definitivos y seguros (Salmos 33:11). Lo que decidió sobre nosotros -o sobre todo- así será al final (Is.46:9-11) (Mt.25:34).

Esta inmutabilidad no impide que él responda de manera diferente en situaciones diferentes. Si alguien se arrepiente él perdona (Jonás 3:4,10), si su pueblo le niega él les abandona a su suerte, tal como el anunció. Es por tanto inalterable a sus promesas dadas.

Tampoco impide que sea movido a alegría (Is.62:5), enojo o misericordia  (Salmos 78:40)  (Ex.32:9-14), tristeza (Efesios 4:30). Sus afectos son controlados por su ser, sus emociones, al contrario de nosotros no modifican su persona. Por ello damos gracias.

Oración

“Gracias Dios mío por ser el mismo ayer, hoy y para siempre. No necesitas ser mejor, ya lo eres”.

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