“¿Enseñará alguien a Dios sabiduría, Juzgando él a los que están elevados?” (Job 21: 22)
Muy unido a la inmutabilidad de Dios está su independencia o absoluta libertad, muy difícil de entender en nuestra propia experiencia como seres humanos, pues aunque nos aplicamos o deseamos libertad en decisiones, pensamientos o naturaleza, nunca la alcanzaremos.
Nosotros necesitamos del sol, del oxígeno o del agua para existir, Dios como creador no necesita nada (Job 41:11) (Salmos 90:2), él existe en sí y por sí mismo.
Nuestra mente necesita aprender, informarse y formarse, por eso leemos y experimentamos, pero Dios ya lo sabe todo desde el comienzo, no necesita más datos para su juicio u obra (Is.40:13-14). Nosotros necesitamos que nos ayuden a reconocer nuestros errores, a reparar nuestros fracasos, pero Dios hace todo bien, no tiene necesidad de que nadie le aconseje o corrija (Rom.11:34) (1 Cor.2:16). El es el alfarero y hace como quiere (Rom.9:20-21).
Nosotros, como seres sociales y emocionales necesitamos afectos, contacto de otros, ya sea como niños o como adultos, necesitamos escuchar y ser escuchados, Dios no. El está satisfecho consigo mismo desde siempre.
Lo extraordinario es que sin necesitarlo nos capacite y requiera que le glorifiquemos y le demos gloria (Is.62:3-5) (Sof.3:17). Esto no debería ser un trabajo, sino un placer, una razón de ser.
Oración
“Padre, cuán sorprendente es que sin tener necesidad de nosotros hagas tanto para que te demos”.