“Pues si nuestro corazón nos reprende, mayor que nuestro corazón es Dios, y él sabe todas las cosas.” (1 Juan 3:20)
Cuando decimos que Dios sabe todas las cosas, lo decimos de manera absoluta; es decir, lo sabe todo de su creación (Heb.4:13) y de cada uno de nosotros (Mt.10:29s). Sabe lo que será en el futuro (Is.42:8ss; 46:9ss) y las que podrían haber sido aunque nunca lleguen a ser (Sal.139:1-4), y las sabe ya, sin tener que hacer investigación alguna. Dios sabe todo acerca de sí mismo (1 Cor.2:10-11) y si él es infinito, su conocimiento es infinito.
De nosotros mismos podemos decir que podemos tener mucho conocimiento de algo y no saber qué hacer con ello; o ser sabios y prácticos aunque tengamos poco conocimiento. Pero en Dios no es así, no solo él tiene todo el conocimiento de todo, sino que es toda sabiduría a la hora de usarlo (Job12:13) (Rom.16:27). Con esto queremos decir que Dios escoge y hace lo mejor para lo mejor, tanto en las cosas cotidianas como en la misma salvación o la vida cristiana (Rom.8:28ss). Nosotros no siempre sabremos o comprenderemos el por qué de las cosas y decisiones de Dios (Rom.11:33). No somos invitados a saber todo sobre Dios y sus decisiones, nuestra mente y corazón no están capacitados para ello, sino para confiar en su poder, sabiduría y bondad (Mt.6:8).
Cuánta paz para el creyente el saber que tiene un Dios con toda la información para tomar la mejor decisión.
Oración
“Padre, gracias te doy por permitir descansar en tu sabiduría y no en la mía para el mañana”.