“Jesús le dijo: ¿Por qué me llamas bueno? Ninguno hay bueno, sino sólo Dios.” (Lucas 18: 19)

Que Dios es bueno, es algo que dicta la lógica y que repite y canta constantemente la Escritura, como en los Salmos (Sal.86:5; 106:1; 107:1). No puede ser de otra forma, pues si hubiera lugar a malas intenciones en él o alguna duda sobre ellas, dejaría de ser Dios.

No es que Dios tenga gestos bondadosos, como podría darse entre nosotros, sino que él es bondadoso de manera absoluta y constante. Es decir, que todo lo que él es y hace, es y desprende bondad, sin dejar duda alguna.

De esto destacamos varias cosas gratificantes.

Solo él es bueno en esta medida (Luc.18:19) y único por tanto de confianza. El ser humano no es bueno (Rom.3:12) y lo único que puede es alcanzar ciertos gestos bondadosos y gracias a la gracia o bondad de Dios en nuestra vida.

La norma del bien más alta solo la podemos encontrar en Dios. Si algo es bueno es porque así él lo ha decidido y algo es malo, dañino o pecaminoso es porque de la misma manera lo ha dictaminado.

Si queremos conocer, alcanzar y practicar el bien, debemos conocerle y tenerle a él.

Experimentamos la bondad de Dios y la disfrutamos en la naturaleza, providencia y gracia general pues la lluvia beneficia a todos (Mt. 5:45), la tierra produce para todos, el sentido común fue dado a todos.

Oración

“Dios mío, puedo ver tu bondad en mí y a mi alrededor, aunque la maldad del ser humano tiende a ocultarla”.