“Clemente y misericordioso es Jehová,

Lento para la ira, y grande en misericordia.

Bueno es Jehová para con todos,

Y sus misericordias sobre todas sus obras.” (Salmo 145: 8 – 9)

Dios manifiesta su bondad en el ser humano de diferente forma, además de esa benignidad general que ya hemos visto una de ellas es la misericordia, tantas veces unida pero diferenciada de su bondad (Sal.86:5).

Decimos que Dios es misericordioso cuando ejerce su bien sobre el que está afligido o necesitado (Sal.86:15-17). La primera muestra de ella la vemos con Lot y su familia (Gén.19:16) y así se definirá Dios a sí mismo (Ex.22:27). Dios provee lo que uno necesita, protege y frena el mal o daño, y guía a la solución o el bien mayor, por eso él es grande en misericordia, la tierra está llena de ella (Sal.33:5), es para siempre (Sal.118:1,2,…). Solo en los salmos hay más de ciento treinta referencias a ella.

Otra manera de bondad es su gracia, es decir cuando Dios hace bien al que no se lo merece, aun a pesar de su pecado. Aun cuando esta la podemos ver en diferentes aspectos de nuestra vida (1 Cor.15:10), la Escritura la muestra de manera muy directa en la salvación del pecador (Rom.3:23-24; 11:6) (Ef. 2:8).

La paciencia o longanimidad es otra forma que tiene Dios de obrar con bondad (2 Cor.6:6) (Col.1:11) (2 Tim.3:10). Con esto queremos decir que Dios retiene su ira, castigo o justicia sobre el ofensor, no porque sea indiferente al pecado, sino porque le agrada dar tiempo al arrepentimiento o simplemente ser bueno.

La misericordia, gracia y paciencia la ejerce Dios a quien quiere y cuando quiere (Ex.33:19).

Oración

“Padre, no veo en mí sino tu paciencia, gracia y misericordia de manera alterna y constante. Gracias”.