devocional gloria de Dios“El cual, siendo el resplandor de su gloria, y la imagen misma de su sustancia, y quien sustenta todas las cosas con la palabra de su poder, habiendo efectuado la purificación de nuestros pecados por medio de sí mismo, se sentó a la diestra de la Majestad en las alturas” (Hebreos 1:3)

Dentro del término gloria de Dios podemos considerar otros atributos como su perfección, belleza y felicidad.

Con la gloria de Dios queremos referirnos al resplandor que produce su presencia y que deja en todo aquello que hace.

A Dios, al ser espíritu y ser santo, no podemos verle, pero se hace sentir. A Moisés en el monte con fuego abrasador, humo, truenos, estremecimiento,… (Ex.19:16s; 24:15s) y ante su petición específica (Ex.33:18), solo le permite ver su espalda (Ex.33:23). En la inauguración del templo fue humo (1 Reyes 8:11), ante los pastores en Belén en resplandor (Luc.2:9), la creación, con solo ser eso, creación, muestra la gloria de Dios (Sal.19:1).

No es, por tanto, la cosa que vemos u oímos, sino la impresión que nos deja, pues unos pueden oír una voz clara y otros no entender nada (Hch.22:9); unos pueden ver y gozarse, y otros llenarse de temor.

¿Cómo poder observar su perfección (Mt.5:48) o belleza (Sal.27:4) y sentir su felicidad y gozo en sí mismo y en lo que dice y hace (1 Tim.6:15)?

Bien, la Escritura nos dice que Jesucristo su Hijo es el resplandor de su gloria (Hb.1:3) y aunque aquí, como siervo, se despojó de su gloria divina (Jn.17:5) (Filip.2:6-7), en él podemos ver esa gloria del Padre (Jn.1:18). En él vemos la suma de todas las cualidades divinas, la perfección de su obra de redención y la satisfacción o felicidad del Padre (Mt.3:17; 12:18).

Oración

“Padre, ayúdame a percibir aún con más claridad tu gloria en mí, a mi alrededor y en tu Hijo”.

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