“Así dice Jehová Dios, Creador de los cielos, y el que los despliega; el que extiende la tierra y sus productos; el que da aliento al pueblo que mora sobre ella, y espíritu a los que por ella andan” (Isaías 42: 5)

Dios es el creador, es la primera causa de todo, pues él es el único que estaba (Is.43:10). La creación o vida no es causada por un accidente, sino por una voluntad, no son series de casualidades, sino de diseño (Gén.1:1).

La Escritura enseña que Dios hizo todo (Juan.1:3) (Apocalipsis 4:11) y lo sustenta, tanto en su origen como en su desarrollo, por ejemplo la evolución dentro de una especie concreta.

Al decir que Dios lo creó todo incluimos lo visible o físico, materia, y lo invisible o espiritual (Col.1:16) (Sal.148:2-6).

Dios creó al primer hombre y la primera mujer, Adán y Eva (Gén.2:21) y les dio, creó, sentimientos, emociones (Job 12:10) (Hch.17:25).

Dios creó el tiempo y el espacio y con ellos, decisiones y acciones concretas, creó la historia y un futuro, pues tan seguro es lo que fue ya, como lo que aún ha de ser, pues todo propósito de Dios es inquebrantable. La obra que comenzó por nosotros en su elección es ya segura en la eternidad (Rom.8:28-30, 38-39).

Dios creó por medio de su palabra (Heb.11:3), pero también por y con el Hijo (Juan.1:3) (1 Cor.8:6) (Col.1:16) y el Espíritu Santo (Gén.1:2) (Job 33:4).

Dios dejó su carácter en la creación e incluso su imagen y semejanza en el ser humano (Gén.1:27), por eso todo lo que él hace es bueno y perfecto (Gén.1:25) (1 Tim.6:17) y tiene la necesidad innata de darle a él toda la gloria (Is.43:7) y encontrar en él su deleite. No hacerlo es pecado (Rom.1:21-23).

Oración

“Te doy gracias, Dios mío, pues me permites saber que soy obra de tus manos y voluntad, y aun a pesar de mi pecado, para tu gloria”.