“En él asimismo tuvimos herencia, habiendo sido predestinados conforme al propósito del que hace todas las cosas según el designio de su voluntad” (Efesios 1:11)

Creemos, no solamente, que Dios creó todas las cosas de la nada en un principio, sino que continúa interviniendo en toda su obra y no hay nada que esté fuera de su alcance.

Las leyes naturales que rigen la creación funcionan porque Dios quiere y hace que sea así (Col.1:17) (Ne.9:6). Tanto si miramos al firmamento en la más lejana de las galaxias o en el microscopio al más pequeño de los átomos, podemos ver la mano de Dios obrando de manera que nuestra mente analítica pueda comprender. Cuanto más conocimiento científico más conocimiento de Dios, cuantas más preguntas sin responder más necesidad de Dios (Job 38:1-39:40) y cuantas más soluciones más gozo en él.

Todo lo creado y sustentado por Dios tiene un propósito decidido por él y obrará para que sea así, decidiendo su lugar, tiempo y forma (Ef.1:11) (Is.46:10, 11).

Cuando decimos que Dios obra y tiene todo en su mano queremos decir todo, ya sea tiempo, espacio y energía en la naturaleza (Salmos 104:4, 14; 135:7) o los seres vivos (Mt.6:26; 10:29), incluyendo a las personas.

Las naciones son para Dios como simples gotas de agua (Is.40:15) él quita y pone reyes, da la vida o la quita, hace a uno rico o pobre.

Aun siendo Dios la causa primera, el ser humano es responsable de sus actos y decisiones.

Oración

“Padre, me da seguridad saber que tú sabes y diriges todos mis pasos para que sean para tu gloria”.