“El ha sido homicida desde el principio, y no ha permanecido en la verdad, porque no hay verdad en él. Cuando habla mentira, de suyo habla; porque es mentiroso, y padre de mentira.” (Juan 8:44b)

Desde el principio (Jn.8:44) (1 Jn.3:8) Satanás ha estado opuesto a Dios, queriendo su lugar o gloria (Isaías 14:13s) y al no poder hacerlo se ha opuesto a su obra de redención (Ap.12:13) a querer destruir a la iglesia (Mt.16:18). Para ello tentó a Adán y Eva con éxito (Gén.3:1s), dando así origen al pecado. Tentó también a Cristo pero fracasó (Mt.4:1-11)

Su actividad sigue hoy siendo la misma, aun cuando puede variar su estrategia y énfasis. Podemos ver que fue muy activo en la época de Jesús en la tierra (Mt.12:27s). Se manifiesta a través de la idolatría (Deut.32:16s) (1Cor.10:20) y la persecución directa. Se presenta como ángel de luz (2 Cor.11:14), intenta suplantar el lugar de Cristo (1 Jn.2:18; 4:3) (2 Juan 7), usará falsos profetas y maestros (1 Tim.4:1,3).

Puede hacer que en cierto momento nos obsesionemos con él, viendo demonios por todas partes y nos paralicemos o que le ignoremos como si no existiera.

Aun cuando sabe que su destino al lago de fuego por toda la eternidad (Ap.20:10), no tiene capacidad para arrepentirse y seguirá oponiéndose hasta el final. Todavía está preparando la batalla final (Ap.16:14,16). Cristo lo venció en la cruz, lo vio caer, lo podrá bajo sus pies (Luc.10:18) (1 Cor.15:25). Aunque está encadenado (Ap.20:1-3), es decir limitado y ya condenado, el daño que puede infligir aún es real y grave, que no se puede ignorar.

Oración

“Dios mío, no permitas que este padre de mentira, pueda causarme daño a mí ni a ninguno de tu pueblo”.