devocional la perseverancia“Y a los que predestinó, a éstos también llamó; y a los que llamó, a estos también justificó; y a los que justificó, a éstos también glorificó.”(Romanos 8:30)

La Escritura deja sumamente claro que cada uno de los que fue justificado, será glorificado (Rom.8:30), por lo que ya somos vencedores y nada ni nadie nos podrá apartar de esta meta prometida y asegurada (Rom.8:37-29). El que cree ya tiene vida eterna (Jn.3:36; 5:24; 6:47), no es una posibilidad, sino un hecho. Y esto es así porque no depende de nosotros, que podemos ser inestables, sino del mismo Señor Jesucristo, que no perderá a ninguno (Jn.6:38-40), ni nadie podrá arrebatárselos (Jn.10:27-29). Hemos sido sellados (Ef.1:13-14) y guardados (1 Pedro 1:5, 7, 21; 5:9) (2 Pedro 1:4). Tenemos la promesa de que el que comenzó, terminará su obra (Filipenses 1:6).

El que no es nacido de nuevo, no puede perseverar (1Jn.2:19), podrá parecerlo, pero al final saldrán de nosotros porque no eran de nosotros (1 Juan 2:19), eran falsos cristianos (Gál.2:4).

La fe (1 Pedro 1:5) y el fruto del Espíritu (Gal.5:22s), soportar la aflicción y prueba (Mt.10:22; 13:1-23) es evidencia de que estamos seguros, que somos del Espíritu.

Lo que pude ocurrir es que por causa del pecado no arrepentido perdamos el gozo de la salvación (Salmo 51), pero siempre tendremos un Dios amoroso dispuesto quizá a disciplinarnos (Heb.12:6) y siempre a recibirnos.

Oración

“Dios mío, aun cuando estoy seguro del cielo que me tienes prometido, no permitas que pierda el gozo”.

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