“Y perseveraban en la doctrina de los apóstoles, en la comunión unos con otros, en el partimiento del pan y en las oraciones.” (Hechos 2: 42)
El Espíritu Santo usa diferentes medios o actividades para traer bendición y crecimiento a la iglesia, aun cuando todas las cosas, en su mano, ayudan a bien (Rom.8:28).
Primero.- La Escritura, como última autoridad (2 Ped.1:19) y necesaria tanto para salvación (1 Ped.1:23-25), como para edificación (2 Tim.3:15s) (Heb.4:12). Debe ser traída principalmente por medio de la predicación o proclamación (1 Cor.1:21-24) (2 Tim.4:2), y esta debe traerse de manera temerosa, fiel a la Escritura y su estilo, dirigida a la mente y corazón.
También puede ser traída de forma escrita, enseñada en estudios bíblicos, escuela dominical, etc. Debemos ser una iglesia bajo la Palabra en todo.
Segundo.- La oración es el hálito vital del creyente y de la iglesia (1 Tes.5:17. Debemos traer nuestra gratitud, confesiones, peticiones personales, intercesión por otros y alabanzas de manera directa y sincera, desde el corazón (no rezos o repeticiones). Debe buscarse que sea en el Espíritu (Judas 1:20), con fe y sin dudar (Sant.1:6).
La oración debe ser corporativa, ya sea uno dirigiendo a toda la congregación, o en reuniones específicas para ello (Hch.2:42; 4:24-31; 12:5) (Ef.6:18), por temas específicos o de manera espontánea.
Oración
“Gracias Dios mío por dejarme oír tu palabra, por la predicación y tú oír la mía en la oración”.