“Tened también vosotros paciencia, y afirmad vuestros corazones; porque la venida del Señor se acerca.” (Santiago 5:8)
Dios no ha querido revelarnos o responder a todas las preguntas que podemos hacernos con respecto al futuro y a la eternidad (Deut.29:29), aun así hay eventos de los que sí podemos estar seguros y debemos de estar de acuerdo todos los creyentes; otros que están abiertos a diferentes interpretaciones, por lo que debemos ser respetuosos; y otras ideas populares que son imaginación o abuso de la Escritura, que debemos rechazar por perniciosas (Mt.24:5, 24-26).
Con respecto a Cristo podemos afirmar que vendrá por segunda vez (Heb.9:28), ya no para librar del pecado, sino para tomar lo que es suyo y llevar a las moradas por él preparadas (Jn.14:23). No hay evidencia de otras venidas.
Será repentina. No sabremos nunca cuando (Mt.24:27, 42, 44, 50; 25:13). Nuestra tarea no es investigar las señales, sino velar y orar (Mr.13:32-35). Debe haber en nosotros anhelo (Ap.22:20) pero siempre en medio del testimonio al mundo y servicio a Dios (2 Tim.4:8).
Será visible, personal y corporal (Hch.1:11) y a la vez gloriosa (1 Tes.4:16) (2 Tes.1:7). No hay necesidad de una venida invisible pues sigue estando espiritualmente presente en medio de su iglesia (Mt.18:20; 28:20).
Preparémonos para poder estar siempre con él (Ap.22:12).
Oración
“Dios mío, sí, amo la venida de tu Hijo, pero ayúdame a estar preparado”.