“E irán estos al castigo eterno, y los justos a la vida eterna.” (Mateo 25: 46)
Tras la resurrección del cuerpo y el juicio, solo encontraremos dos lugares posibles: cielo e infierno, gloria o condenación.
La doctrina del infierno nos puede parecer emocionalmente difícil, pero la Escritura es clara (Mt.25:30, 41, 46) (Ap.14:9-11; 20:10, 15).
Se describe como un lugar de castigo (Mt.11:21-24), no de cura, sin lugar al arrepentimiento (Ap.22:11), terrible (Mt.8:12) (Ap.14:10s), consciente (Luc.16:22s), instantáneo y eterno (Mt.25:41, 46) (Mr.9:44) (2 Tes.1:9) (2 Ped.2:9). Es el lago de fuego y azufre (Ap.14:9s; 20:10, 15).
Nuestra actitud como creyentes ante este lugar debe ser de misericordia por el incrédulo y de urgencia para predicarles el evangelio (Ezequiel 39:11).
Con respecto al cielo, hay mucho que Dios no ha querido revelar (2 Cor.12:4), pero sí sabemos que no es un estado mental, sino un lugar (Hch.7:55s) (Jn.14:2s) físico, cielo y tierra renovado (Rom.8:19-21) (Heb.1.11s; 12:26s) (2 Pedro 3:10, 13) (Ap.20:11; 21:11).
Es el lugar donde mora Dios (Mt.6:9) y Cristo (Luc.23:43) (1 Pedro 3:22) y será nuestro templo y luz (Ap.21:22-23), y con él ya no habrá lágrimas, muerte, dolor, etc. (Ap.21:4), noche (Ap.21:25) ni nuevos matrimonios (Mt.12:25), pero sí habrá actividad (Ap.22:2; 10:6), seremos reyes y señores (Ap.1:6,10; 20:6), tendremos tesoros reservados (Mt.6:19-21). Nuestro gozo será verle y servirle (Ap.22:3, 4) (Sal.27:4) por siempre (Ap.1:6; 20:6).
Oración
“Gracias Dios mío por asegurar mi presencia en tu gloria, ayúdame a ganar a otros para ella, librándoles del infierno”.